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Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara

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La lucha por la vida III. <strong>Aurora</strong> roja<br />

-Sí; muy hermosa.<br />

-Pues yo no <strong>de</strong>jaría eso así -dijo la Salvadora.<br />

-Ni yo tampoco -repuso la Ignacia.<br />

-¿Y qué voy a hacer?<br />

-¿No tienes ese amigo inglés que vive en el Hotel <strong>de</strong> París?...<br />

-Sí; pero...<br />

-¿No te atreves? -preguntó la Ignacia.<br />

-Pero ¿cómo me va a dar quince mil pesetas?<br />

-Que te las preste. Con probar nada se pier<strong>de</strong>. El «no», lo llevas contigo.<br />

A Manuel no le hizo ninguna gracia la cosa; dijo que sí, que iría a ver<br />

a Roberto, pensando que se les olvidaría la i<strong>de</strong>a; pero al día siguiente las<br />

dos volvieron a la carga.<br />

Manuel pensó hacer como que iba al hotel y <strong>de</strong>cirles a ellas que no<br />

estaba Roberto en Madrid; pero la Ignacia se le a<strong>de</strong>lantó y se enteró <strong>de</strong><br />

que no se había marchado.<br />

Manuel fue a ver a su amigo <strong>de</strong> muy mala gana, <strong>de</strong>seando encontrar<br />

algún pretexto para aplazar in<strong>de</strong>finitivamente la visita o que le dijeran<br />

que no le podía recibir; pero al entrar en la puerta <strong>de</strong>l hotel se encontró<br />

con Roberto.<br />

Estaba dando ór<strong>de</strong>nes a un criado. Parecía más fuerte, más hombre,<br />

con un gran aplomo en los movimientos.<br />

-¡Hola, ilustre golfo! -le dijo al verle-. ¿Cómo estás?<br />

-Bien, ¿y usted?<br />

-Yo, admirablemente... ya me he casado.<br />

-¿Sí?<br />

-Estoy en camino <strong>de</strong> ser padre.<br />

-¿Y el proceso?<br />

-Terminó.<br />

-¿A favor <strong>de</strong> usted?<br />

-Sí; ya no falta más que la resolución <strong>de</strong> unos expedientes.<br />

-Y la señorita Kate, ¿está aquí?<br />

-No; en Amberes. ¿Venías a buscarme? ¿Qué me querías?<br />

-Nada; verle.<br />

-No; tú venías a algo.<br />

-Sí; pero, la verdad, vale más que no se lo diga a usted, porque es una<br />

tontería.<br />

-No, hombre; dilo.<br />

-Son cosas <strong>de</strong> mujeres. Ya sabe usted que soy cajista, y mi hermana y<br />

otra muchacha que vive conmigo están empeñadas en que me <strong>de</strong>bo<br />

establecer... Y ahora se pue<strong>de</strong> comprar una máquina nueva y tipos<br />

también nuevos...; y no tengo dinero bastante para eso...; y ellas me han<br />

empujado para que le pida a usted el dinero.<br />

-¿Y cuánto se necesita para eso?<br />

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