Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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Pío <strong>Baroja</strong><br />
Aquél estaba un joven hombre terrible -exclamó Caruty-; solía ir a<br />
Londres por bombas y las llevaba a París, sin que lo notara nadie.<br />
-Pero eso <strong>de</strong> poner bombas así es una barbaridad -dijo Manuel.<br />
-Al terrorismo <strong>de</strong> Estado no hay más remedio que contestar con el<br />
terrorismo anarquista -exclamó el Libertario.<br />
-Pero hay que confesar que los provocadores son siempre los<br />
anarquistas -replicó Manuel.<br />
-No; no es cierto. El primer provocador ha sido el Gobierno.<br />
-¿En España también?<br />
-Sí; en España también.<br />
-Pero yo creo que antes <strong>de</strong> los atentados no iban a comenzar la<br />
represión.<br />
-Pues se comenzó -repuso el Libertario-. Cuando Lafargue, el yerno <strong>de</strong><br />
Karl Marx, vino a España a pactar con Pi y Margall la formación <strong>de</strong>l<br />
partido socialista obrero, Pi le contestó que la mayoría <strong>de</strong> los españoles<br />
que habían seguido la marcha <strong>de</strong> la Internacional estaban <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong><br />
Baleunin. Y era verdad. Vino la Restauración y se trató <strong>de</strong> arrancar<br />
violentamente esta semilla revolucionaria. Ya con la Mano Negra, que no<br />
era mas que un comienzo <strong>de</strong> asociación obrera, el Gobierno cometió un<br />
sinfín <strong>de</strong> atropellos y quiso ver en ella una cuestión <strong>de</strong> bandolerismo...<br />
Pasados bastantes años, vienen los sucesos <strong>de</strong> Jerez, se <strong>de</strong>muestra que<br />
Busiqui y el Lebrijano, que eran dos bárbaros que no se habían<br />
distinguido como anarquistas, ni como nada, habían asesinado a dos<br />
personas en una noche <strong>de</strong> alboroto, y se les agarrota; pero, al mismo<br />
tiempo que a ellos, se agarrota a Lamela y a Zarzuela, que eran<br />
anarquistas, pero que no tenían participación alguna en los asesinatos.<br />
Se les mató porque eran propagandistas <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a. El uno era<br />
corresponsal <strong>de</strong> El Productor, y el otro, <strong>de</strong> La Anarquía; los dos incapaces<br />
<strong>de</strong> matar a nadie, los dos inteligentes; por eso, más peligrosos para el<br />
Gobierno, cuyo fin era exterminar a los anarquistas. Pasan años y Pallás<br />
comete, para vengar a los <strong>de</strong> Jerez, el atentado <strong>de</strong> la Gran Vía. Fusilan a<br />
Pallás, y Salvador echa la bomba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el quinto piso <strong>de</strong>l Liceo. Se<br />
pren<strong>de</strong> a una porción <strong>de</strong> anarquistas, y cuando iban a con<strong>de</strong>nara Archs,<br />
Codina, Cerezuela, Sabat y Sogas, como culpables, encuentran a<br />
Salvador, el autor <strong>de</strong>l atentado. Entonces, viendo que esos cinco<br />
anarquistas se les escapaban <strong>de</strong> entre las manos, ¿qué hace el Gobierno?<br />
Manda abrir nuevamente el proceso <strong>de</strong> Pallás, y, como cómplices, fusila<br />
a los cinco. Agarrotan a Salvador, y luego viene una cosa estupenda: la<br />
bomba <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> Cambios Nuevos, que cae <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una ventana, al<br />
final <strong>de</strong> una procesión. No la echan cuando pasan los curas ni el obispo,<br />
ni cuando pasa la tropa, ni cuando pasa la burguesía: la echan entre la<br />
gente <strong>de</strong>l pueblo. ¿Quién la arrojó? No se sabe; pero seguramente no<br />
fueron los anarquistas; si alguien tenía interés entonces en extremar la<br />
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