Aurora Roja de Pio Baroja - Editorial Aldevara
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III<br />
El mitin en Barbieri - Un joven <strong>de</strong> levita<br />
La carpinteria <strong>de</strong>l arca <strong>de</strong> Noé - ¡Viva la literatura!<br />
Había que hacer el mitin cuanto antes. Juan no sólo no estaba aún<br />
repuesto, sino que se encontraba peor. Des<strong>de</strong> casa iba dirigiendo el<br />
movimiento <strong>de</strong> propaganda; tenía gran correspon<strong>de</strong>ncia con los<br />
anarquistas <strong>de</strong> provincias y con los extranjeros. El médico no le permitía<br />
salir mas que un momento por las tar<strong>de</strong>s en las horas <strong>de</strong> sol. Manuel era<br />
el encargado <strong>de</strong> no permitir la menor transgresión.<br />
-Yo haré lo que sea -le <strong>de</strong>cía a su hermano-. Pero tú quédate en casa.<br />
-Bueno; pues no hay que per<strong>de</strong>r el tiempo para hacer el mitin.<br />
-¿Le veremos a Grau?<br />
-¡Psch!... bueno; no querrá ir.<br />
Prats era partidario <strong>de</strong> que se viera a Grau. Manuel le acompañó.<br />
Fueron los dos a Vallehermoso, y en una callejuela subieron al tercer<br />
piso <strong>de</strong> una casa. Llamaron; una muchacha les preguntó qué querían;<br />
dijeron a lo que iban; la muchacha vaciló y abrió la puerta. Pasaron por<br />
un pasillo a un <strong>de</strong>spacho con un balcón en don<strong>de</strong> apenas cabían tres<br />
personas. En la pared había una porción <strong>de</strong> retratos. Manuel y Prats<br />
estuvieron contemplándolos.<br />
-Ésta es Luisa Michel -dijo Prats.<br />
Era una mujer <strong>de</strong> rostro escuálido y perfil aguileño, con la frente<br />
<strong>de</strong>sguarnecida y el cabello corto. Después Prats mostró a Kropotkin,<br />
calvo y barbudo, agazapado tras <strong>de</strong> sus anteojos, con cierto aire <strong>de</strong> gato<br />
fosco; a Eliseo Reclus, <strong>de</strong> cara apacible <strong>de</strong> soñador y <strong>de</strong> poeta; a Gorki,<br />
con su tipo innoble y repulsivo.<br />
Se sentaron Prats y Manuel, y pasó media hora larga sin que<br />
apareciera nadie.<br />
-Hay que hacer aquí más antesala que para ver a un ministro -dijo<br />
Manuel.<br />
Por fin, salió una señora flaca, <strong>de</strong> aire autoritario. Escuchó lo que dijo<br />
Prats, <strong>de</strong> pie, con marcada impaciencia, y contestó que su marido estaba<br />
trabajando. Le daría el encargo y él les enviaría la contestación.<br />
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