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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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la barriga y quedarme satisfecho, y que tú también te llenes la barriga.<br />

–¡Bueno! –le dijo el oso, poniéndose muy contento.<br />

Luego, el conejo le dijo:<br />

–Me voy a bajar. ¡Espérame!<br />

Después de decir esto, añadió:<br />

–¡Oye, tío! Tú tienes una boca muy grande. ¡Ábrela, en vez de<br />

recoger las frutas… se están cayendo derramadas una tras otra! Abre<br />

la boca y te echaré una manotada de frutas en la boca, y así comerás<br />

muchas más.<br />

–¡A ver! –le dijo el oso.<br />

Entonces el conejo le dijo:<br />

–¡Abre la boca y cierra bien los ojos! Si no te caerían por harneados,<br />

te caerían en los ojos, y entonces quedarías ciego y te pondrías<br />

bravo conmigo. ¡Cierra los ojos!<br />

–¡Bueno! –le dijo el oso, y cerrando los ojos abrió la boca.<br />

Entonces el conejo bajó rápidamente <strong>del</strong> árbol y metiendo una piedra<br />

entre las frutas, se las introdujo hasta la garganta <strong>del</strong> oso.<br />

Entonces este oso que iba a comerse al conejo fue y se cayó lejos,<br />

como si estuviera muerto. Estaba revolcándose, como hace una gallina<br />

cuando se le arranca el pescuezo.<br />

Mientras estaba pataleando, el conejo le dijo:<br />

–El conejo no es tonto –y fue de prisa a perderse en el monte.<br />

Sea como sea, el oso se tragó todo, inclusive la piedra, la cual se le<br />

quedó en la barriga. Quedó hecho una nadie; llegó a su casa con dolor<br />

de corazón.<br />

–¿Qué te pasó? –le dijo su mujer–. ¿Qué estabas haciendo?<br />

–El sobrino casi me mata –le contestó.<br />

–¿Y quién te mandó por allá? ¿Por qué lo seguías?<br />

–¡Quítame este dolor; verás! –le contestó.<br />

iV<br />

Al cabo de un mes, el dolor ya le había desaparecido al oso; por lo<br />

cual pensó: «Voy a buscar hasta encontrarlo».<br />

Cuando el oso ya había caminado durante un mes, encontró al conejo<br />

parado en la casa de una hacienda y tejiendo costales.<br />

–¡Bueno! –dijo el oso–. Buenos días, sobrino.<br />

–Buenos días, tío –le contestó el conejo.<br />

129<br />

2. Cuentos de animales

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