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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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78<br />

I Literatura camëntá<br />

el origen de la cocha [t.C.] 1<br />

Había una noticia entre los indígenas, [traída] por los médicos y<br />

brujos tomando el yagé: que pasaría un hombre en compra de chicha.<br />

Nadie podría venderle ni tampoco obsequiarle.<br />

[Los médicos y brujos] informaron al gobernador <strong>del</strong> pueblo. Este<br />

prohibió por completo. [Advirtió] que si este disparate lo hicieran, que<br />

este valle se convertía en una laguna. De manera que todos los naturales<br />

tenían bastante cuidado.<br />

De esta manera pasaron varias semanas, cuando de repente se<br />

apareció un hombre vejancón. Andaba de casa en casa en pregunta<br />

de chicha. No le quisieron vender, pero resulta que se fue al campo,<br />

en donde encontró a unos niños en una casa. Les preguntó que si<br />

tenían bebida. Ellos le contestaron que sí. A lo cual quedó contentísimo.<br />

Los pobres niños le invitaron que dentre, «siéntese en el banco».<br />

Entonces les volvió a exigir que le vendieran la bebida, siquiera medio<br />

centavo, porque se estaba muriendo de sed. Los pobrecitos cuidadores<br />

1. Este relato es parte de la tradición oral de Nariño y el Putumayo: existen versiones<br />

de campesinos e indígenas pastos, quillacingas y camëntsá. Investigaciones como la de<br />

William Torres (2000) destacan su posible origen Quillacinga, en el marco de la zona<br />

cultural imbabura-carchi-nariño, en cuyos relatos las lagunas se originan a menudo por<br />

la transgresión de una pauta social. Los quillacingas han sido identificados con los camëntsá,<br />

pero es muy probable que antes fueran grupos étnicos distintos al igual que<br />

hoy en día lo son. Los quillacingas iniciaron intensos procesos de recuperación étnica<br />

y cultural, como ocurre en diferentes escalas con los raizales muiscas, los kankuamos,<br />

los yanaconas (yanakunas), los pastos, en fin, con los llamados renacientes; otras versiones<br />

de este relato hacen parte de la mitología de los quillacingas actuales. Cocha es la<br />

denominación quechua para «lago». Quillacinga también es una palabra quechua que<br />

se ha traducido como «nariz de luna» en alusión a ciertas narigueras en media luna que<br />

habrían sido usadas por los antiguos habitantes <strong>del</strong> valle de Atris.<br />

Esta versión es muy interesante dentro <strong>del</strong> ciclo de relatos sobre La Cocha, pues<br />

la figura <strong>del</strong> anciano peregrino corresponde a «Nuestro Señor», el personaje híbrido<br />

de los relatos que Alberto Juajibioy recogió. En las versiones de la sierra peruana, el<br />

anciano inunda aldeas como castigo por la falta de hospitalidad de las personas. Cualquier<br />

acogida o trato le son negados de antemano, pues con las visiones de yajé los taitas<br />

han advertido sobre la inminente catástrofe por inundación. En este relato el anciano<br />

peregrino recupera el espacio vital <strong>del</strong> agua desplazando a los humanos hacia el <strong>Valle</strong><br />

de Sibundoy; luce así como una especie de dios <strong>del</strong> agua que recobra sus dominios. Los<br />

niños solos en la casa son comparables a los huérfanos de otros relatos ingas y camëntsá.<br />

El hombre conejo, quien trae noticias y semillas <strong>del</strong> inframundo, es similar al astuto<br />

personaje de los relatos sobre la huerta y el muñeco pegajoso, solo que esta vez aparece<br />

en el rol de héroe civilizador.

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