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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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Galeras) sería el padre <strong>del</strong> Moraurco. Franz Faust (2004) aclara que<br />

el nombre de coconucos vendría de coco-urcos, o «cerros de los cocos»<br />

(o cucus), espíritus agrestes y bravíos de la naturaleza. 1 En cuanto al<br />

volcán Puracé y el Sotará, se afirma que «son hombre y mujer y se<br />

comunican a través de la vía láctea <strong>del</strong> arco blanco nocturno y se tiran<br />

bombas de fuego; cuando tienen relaciones sexuales tiembla la tierra».<br />

Como si fuera poco, «la vagina de la mujer Sotará es una laguna oscura<br />

y fétida». Los Coconucos y el Pan de Azúcar son hijos <strong>del</strong> Sotará y el<br />

Puracé (Faust, 2004: 54). En el altiplano cundiboyacense, los raizales<br />

de Tabio y Tenjo cuentan que la peña de Juaica y los cerros <strong>del</strong> Majuy<br />

se comunican por luces en el cielo, en especial durante la Semana Santa.<br />

Antes Juaica y Majuy eran pareja, pero se separaron, y la mohana<br />

Majuy se fue y dejó solo al moján Juaica.<br />

En otros mitos, las deidades-ancestros son rechazadas por los hombres.<br />

Los uwa se opusieron inicialmente al héroe Anaraitúa-Keraitúa,<br />

pero este no los castigó, a diferencia de otros ciclos como el de Tunupa<br />

y el Nuestro Señor de los camëntá. Anaraitúa-Keraitúa perseveró, y finalmente<br />

venció a Kaká, deidad devoradora de la tierra. En una versión<br />

de las dos ancianas aves que combaten por la disposición <strong>del</strong> mundo pasto,<br />

el gallo y la perdiz dieron vueltas en una mesa, hasta que la perdiz se<br />

hundió por un túnel que parecía la «barriga de una serpiente enroscada»:<br />

como si fuera un caracol. 2 Así se supo que el mundo tenía un centro en<br />

el que «se ve el principio pero no [se] ve el fin» (Mamián, 1996: 34). Así,<br />

el inframundo no es siempre el abajo; de hecho, es más frecuentemente<br />

el adentro; por eso es más exacto hablar sobre intramundo, como en el<br />

1. El ataque de los cocos es una constante de las literaturas yanacona y pijao. En la<br />

región andina cuando se desea que un niño se duerma aún se le canta: «Duérmete niño,<br />

duérmete ya, que viene el coco y te comerá». Para los indígenas <strong>del</strong> norte selvático<br />

ecuatoriano, especialmente los quichuas, el cucu es un espíritu que habita en pantanos y<br />

aguas estancadas, y ataca preferencialmente a las muchachas, cuyo «calor» parece atraerlo.<br />

Con todo, la tradición <strong>del</strong> coco que asusta a los niños, en favor de los adultos, parece<br />

ser de origen español.<br />

2. Vale mencionar, a propósito de estas aves, que los cuetiales –pastos <strong>del</strong> Cuetial–<br />

contaron que su comunidad se estableció por el chillido de una perdiz que les señaló<br />

el lugar adecuado en una vereda de Cumbal. Los de Males llegaron con ayuda de San<br />

Bartolo al lugar donde cantó un gallo. Mamián opina, refiriéndose a los mitos pastos de<br />

las dos perdices y los dos tigres, que «en estos relatos-textos parecen estar contenidos<br />

los fundamentos de la geografía y la historia, <strong>del</strong> espacio y el tiempo, y en fin, de la vida<br />

en sus múltiples dimensiones» (Mamián, 1996: 26).<br />

175<br />

Una mirada a los ojos <strong>del</strong> presente

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