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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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Pero su hermano menor, que quería todo para él, fue a buscarlo un<br />

día y lo encontró dormido; entonces le quitó la vara de oro para arrebatarle<br />

el poder y la clavó en un mejicano, comida que no le gustaba<br />

a Srekɵllimisak y que le hacía daño. Este no pudo sacarla ni tenía en<br />

qué apoyarse.<br />

El hermano mayor quería su vara, pero el menor no se la entregaba.<br />

Después de mucha discusión entre los dos, Kɵsrɵkɵllimisak aceptó<br />

sacar la vara <strong>del</strong> mejicano si Srekɵllimisak se iba lejos y le dejaba a él<br />

las tierras altas. El mayor tuvo que aceptar y después de recibir su vara<br />

se fue a las tierras bajas de lo caliente, por un tiempo.<br />

Kɵsrɵkɵllimisak se quedó viviendo solo en el páramo, acompañado<br />

por su viento Tombe.<br />

(Dagua, 1998: 105-106)<br />

la pelea de srekθllik con kθsrθkθllik 1<br />

Los guambianos sabemos que existen dos rayos. Uno es Srekɵllik,<br />

«Rayo <strong>del</strong> aguacero» que vive en la tierra caliente, y el otro es<br />

Kɵsrɵkɵllik, «Rayo <strong>del</strong> páramo» y de lo frío. Estos dos no pueden ni<br />

verse ni sentirse. Hace tiempos que pelean mucho.<br />

Desde el principio, Rayo <strong>del</strong> páramo traía sus vientos fuertísimos<br />

y helados a las montañas, haciendo correr a todo el mundo, hasta a<br />

Srekɵllik, en busca de calor. Otras veces pasaba lo contrario: cuando<br />

Srekɵllik golpeaba los campos con sus aguaceros o torrentes, era<br />

Kɵsrɵkɵllik el que tenía que correr a buscar dónde escampar como las<br />

demás personas.<br />

Cada vez que se encontraban comenzaban a discutir entre ellos.<br />

Kɵsrɵkɵllik decía:<br />

1. Srekɵllik (Srekɵllimisak) ya ha sido desplazado hacia abajo –el mito podría llamarse<br />

«La revancha de Srekɵllimisak»–. El Señor de las bajas arranca la lengua al Señor<br />

de las altas, y de allí en a<strong>del</strong>ante impera un comportamiento desaforado, típico entre<br />

deidades de gran poder. Al destruir la vida y la comida, Srekɵllik se torna en deidad<br />

devoradora, cual Kashindúkua o Nuanacé de koguis y wiwas y, como ellos, es castigado<br />

por la gente, esta vez con el truco de clavar su vara de oro en una calabaza (kel). En un<br />

mito kogui recogido por Manuela Fischer, el «Señor <strong>del</strong> trueno» entrega un poporo de<br />

oro a Dugunaui (Duginávi) a cambio de recuperar el buen estado de su tambor y su<br />

baqueta. El reconvenir a las descontroladas fuerzas de la naturaleza es recurrente en<br />

las literaturas indígenas en que se explican y afianzan instrucciones rituales y fórmulas<br />

chamánicas.<br />

197<br />

3. Relatos sobre dos hermanos muy poderosos

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