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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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86<br />

I Literatura camëntá<br />

Tan pronto Nuestro Señor salió, el parásito de la vestimenta se<br />

quedó profundamente dormido, por lo cual no vio entrar a nadie.<br />

En cambio el insecto de la cabeza permaneció despierto para cerciorarse<br />

de quién entraba. De pronto se levantó una de las piedras <strong>del</strong><br />

fogón y salió de allí una joven de extraordinaria belleza, la cual con<br />

presteza empezó a preparar el almuerzo, y después de servirlo y colocarlo<br />

en la mesa, se alejó por el mismo camino.<br />

Cuando Nuestro Señor llegó <strong>del</strong> trabajo, indagó primero al piojo<br />

<strong>del</strong> traje y este le respondió:<br />

–Pues no sé. No vi entrar a nadie.<br />

Ante esa respuesta, Nuestro Señor lo cogió y lo despachurró en la<br />

misma escalera, con la uña <strong>del</strong> pulgar. Luego preguntó al piojo de la<br />

cabeza:<br />

–¿A quién viste entrar a preparar la comida?<br />

Él le contestó:<br />

–Si hubieras vuelto pronto habrías encontrado a la cocinera en esta<br />

sala. Acabó de irse por debajo de la piedras <strong>del</strong> fogón: cocinó en un<br />

santiamén y después de colocar los alimentos en la mesa, se fue por el<br />

mismo camino por donde había entrado.<br />

Nuestro Señor levantó en seguida una de las piedras <strong>del</strong> fogón<br />

para seguir a la joven y fue a salir a un callejón hermoso, a través <strong>del</strong><br />

cual siguió hasta encontrar a la joven lavando ropa. Al verlo, ella le<br />

dijo:<br />

–¿Para qué me seguiste hasta aquí? No vas a resistir el frío, pero si<br />

no lo soportas puedes volverte.<br />

Nuestro Señor le contestó:<br />

–Sí resistiré.<br />

Ella lo llevó a la casa y le prestó una pieza con su cama correspondiente<br />

para que pasara la noche. Al acostarse, Nuestro Señor empezó<br />

a sentir un frío terrible y entonces se levantó para calentarse en la<br />

lumbre. Al acercarse a las brasas se quemó, por lo cual dio grandes<br />

alaridos y sobrecogido de miedo volvió a la cama.<br />

Al día siguiente, la madre de la joven la increpó diciéndole:<br />

–¿Por qué trajiste a la casa un personaje tan friolento? Anoche me<br />

produjo una gran lesión.<br />

Sucedía que, al llegar la noche, la madre de la joven se convertía<br />

en pura nieve y por esa razón no había nada de calor en ese lugar.

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