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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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252<br />

II Literatura nasa<br />

vestido. Este cuerpo, con un remedio que le pusieron en su interior,<br />

regresó a su casa.<br />

Lliban, al salir a ver dónde se encontraban los pijaos, vio a su hermano.<br />

«Pobre hermano mío», pensó, y llamó a su madre y hermana para<br />

recibirlo. Cuando el hermano de Lliban llegó el cuerpo se reventó, el<br />

polvo se esparció, el vestido cayó y solo permaneció la piel. Su madre y<br />

hermana entristecieron. Lliban no comía por la pérdida de su hermano.<br />

«¿Qué voy a hacer para pelear con estos pijaos? No tengo nada», pensó.<br />

Salió a deambular por el monte, sin comer caldo ni sal. Por muchos<br />

días estuvo por la quebrada de Guacharaca, triste, muy triste.<br />

Comiendo solamente cortezas de árboles. Lliban era un hombre joven.<br />

Un día observó que el agua de la corriente bajaba muy sucia y subió<br />

a ver la causa. En lo alto vio a un hombre pescando. Observó cómo<br />

tiraba las piedras al agua. Cuando estuvo muy cerca de él, este lo miró<br />

rápidamente y le preguntó:<br />

–¿Usted qué anda haciendo por aquí?<br />

–Ando escondiéndome porque los pijaos han venido a comerse a<br />

mi hermano y a las gentes –respondió Lliban.<br />

El viejo hombre replicó:<br />

–Este bobo no es capaz de pelear contra ellos. Yo sí los mato a<br />

todos. Los fueteo.<br />

–¿Con qué? –inquirió Lliban.<br />

–Si usted no tiene ninguna arma, yo tengo una boleadora.<br />

–¿Cómo se la maneja? –preguntó nuevamente Lliban.<br />

–Yo le enseño –dijo el hombre.<br />

En seguida salió <strong>del</strong> agua, tomó su boleadora y la giró a su alrededor.<br />

Inmediatamente se produjo una tormenta con relámpagos,<br />

truenos y vientos. Más tarde dijo:<br />

–Es fácil manejar la boleadora. Ensaye.<br />

Le pasó el arma.<br />

Lliban ensayó sin éxito. El viejo hombre le dijo:<br />

–Llévesela. Yo se la presto.<br />

Lliban respondió:<br />

–Si puedo manejarla mataré a los pijaos. De lo contrario lo llamaré.<br />

–Vivo allá arriba –dijo el viejo hombre indicando el lugar con su mano.<br />

El viejo hombre era médico y Trueno, Kapish, y por lo tanto él<br />

sabía cuándo llegarían los pijaos.

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