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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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132<br />

II Literatura inga<br />

–¿Por qué? –le preguntó la tía.<br />

Cuando dijo esto, el conejo le dijo:<br />

–Reventaré un poquito de guasca churrillu.<br />

Después de reventarla, siguió a la tía con la guasca en la mano.<br />

Cuando llegaron a la puerta, el conejo vio que unos diez osos<br />

acompañaban al difunto. Vio también que el oso estaba acostado,<br />

amortajado. Entonces se paró en la puerta y dijo:<br />

–¡Oigan! ¿Ya le salió el alma a este tío? Cuando el alma va a salir,<br />

la persona hace como si fuera a levantarse.<br />

Al decir esto, pidió un mate, para moler la guasca, y cuando ya estaba<br />

moliéndola, pidió agua, con la cual hizo una mezcla. Luego dijo:<br />

–Con esta el tío sí va a levantarse, si se la toma.<br />

Cuando dijo esto el oso empezó a torcerse. Pensó: «Aquí es donde<br />

voy a coger al conejo», y se levantó tan rápido que rompió su mortaja.<br />

Al ver esto, el conejo huyó a toda prisa, diciendo:<br />

–El conejo no es tonto –y desapareció corriendo.<br />

Entonces el amortajado empezó a perseguirlo, pero no pudo alcanzarlo<br />

aunque corría con toda su fuerza. No supo por dónde se había<br />

ido. Entonces el que había perseguido a su sobrino volvió y llegó a<br />

su casa muy tarde, todo desnudo y con la mortaja completamente en<br />

pedazos.<br />

Vi<br />

Otra vez el oso empezó a buscar al conejo, y cuando ya lo había<br />

buscado una semana, lo encontró en la playa de un potrero donde el<br />

conejo estaba tejiendo costales.<br />

Mientras el oso se acercaba al potrero la tierra empezó a sacudirse,<br />

y el que estaba caminando pensaba que iba a caer. Entonces corrió<br />

hacia el conejo. Al acercarse, le dijo:<br />

–Buenos días, sobrino.<br />

Entonces el conejo le contestó:<br />

–¡Ay, no me diga nada ahora! ¿Qué nos va a suceder aquí ahora?<br />

Este mundo se va a acabar. ¡Mira! ¿Ves al otro lado, que tanta gente<br />

está huyendo? Yo tal vez puedo salvarme aquí en este árbol de arrayán.<br />

Si quieres, ¡métete en un costal que yo he hecho de tres! Así tú también<br />

puedes salvarte.<br />

Con esto el oso le obedeció muy crédulo:

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