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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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248<br />

II Literatura nasa<br />

En esos viajes el Santo Tomás los acompañaba siempre, iba junto<br />

con las personas de acá; cuando bajaron allá a la profundidad vieron<br />

personas pequeñas; por ser tan pequeñas no tenían fuerzas para coger<br />

el ganado ni para sacrificar. Entonces como Santo Tomás iba junto,<br />

como ahora también (cuando se invita, pues acompañamos de uno al<br />

otro a cualquier viaje). Las personas pequeñas contaban a los visitantes:<br />

«Nosotros queremos coger un ganado y sacrificar pero nosotros no<br />

podemos, ¿por qué no bajan ustedes para que ayuden?». A los visitantes<br />

cuidaban dando caldito de gallina y todos sentaban a la comida, pero<br />

ellos dejaban el plato de comida en el suelo y solo quedaban mirando<br />

hacia abajo. Cuando estaban mirando solo hacia abajo sin comer, los<br />

de acá pensaban: «¿Por qué será que no comen mientras que los de acá<br />

comían?». Entonces la gente de acá le avisaron a Santo Tomás por qué<br />

será que no comen. Santo Tomás les preguntó:<br />

–¿Por qué no comen?<br />

–Sí, nosotros comemos, pero así echando la comida en la espalda<br />

cuando ya está frío.<br />

Ellos con echar la comida en la espalda quedaban alimentados,<br />

entonces Santo Tomás dijo:<br />

–¿Por qué no comen? Será que no tienen por dónde cagar… –dijo–<br />

yo les abro para que puedan comer, ustedes comida tienen pero no<br />

tienen culo (ano) por donde cagar –dijo Santo Tomás.<br />

Respondieron ellos:<br />

–Bueno, pero eso ha de ser muy caliente.<br />

Entonces respondió Santo Tomás:<br />

–No, eso no es caliente.<br />

Y comenzó a calentar el hierro en la can<strong>del</strong>a, con ese hierro que<br />

calentó y ahora sí dijo:<br />

–Agáchense –y lo pasó destapando el culo a todos, en un rato dejó<br />

a toda la gente con qué cagar.<br />

Decían que la gente de acá siempre viajaba hacia el interior de la<br />

roca y ellos permanecían agradecidos, una abuelita o viejita permanecía<br />

siempre sentada donde terminaba la bajada, remendando cobijas<br />

viejas, ella miraba, pero decía:<br />

–Ustedes qué andan haciendo… qué dicen…<br />

Los que iban a visitar respondían:<br />

–A nosotros nos dio por venir a pasear, unos vinimos.

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