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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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[cuentos y leyendas]<br />

nuestro señor 1<br />

Nuestro Señor vivía solo. Él mismo barría, cocinaba, trabajaba y<br />

se proveía de leña, pero, en cierta ocasión, al volver de su trabajo encontró<br />

en el comedor sopa, arroz, papas y pan.<br />

En a<strong>del</strong>ante siempre encontraba en la casa platos humeantes, sin<br />

tener ninguna noticia acerca de la persona que preparaba los alimentos.<br />

Un día, antes de ir al trabajo hizo sentar en la escalera un piojo de<br />

la cabeza y otro <strong>del</strong> traje y les dijo:<br />

–Abran muy bien los ojos para ver quién sale a preparar la comida,<br />

y, cuando vuelva, me informan.<br />

1. En un mito cañari de Ecuador (recogido por Cristóbal de Molina en 1575), dos<br />

mujeres sobrenaturales cocinan a escondidas para una pareja de hermanos que han sobrevivido<br />

al diluvio en lo alto <strong>del</strong> cerro Huacayñan. El hermano mayor se esconde en la<br />

casa y descubre a las «mujeres guacamayas», pero no logra atraparlas. El menor se esconde<br />

luego y atrapa a una de ellas, con la que luego tendrá hijos e hijas: los primeros cañaris.<br />

El tema de los animales a los que interroga el héroe (en este caso piojos) se torna clásico<br />

en el manuscrito de Huarochirí, donde se cuenta que el héroe civilizador Cuniraya<br />

Wiracocha pregunta a varios animales (cóndor, zorrina, puma, zorro, halcón, loros) por<br />

Cahuillaca, quien había huido de él con su hijo, pues lo consideraba miserable dado<br />

que el dios había tomado la apariencia de un hombre pobre. Se dice que Cuniraya era<br />

piojoso. En una versión cusqueña que escuché en el año 2001 de boca de la madre de la<br />

poetisa quechua Ch’aska Ninawamán, es Jesucristo mismo el que indaga a los animales<br />

mientras huye de los judíos.<br />

El descenso al inframundo es un motivo clásico de las literaturas indígenas. La madre<br />

fría y devoradora simboliza la muerte, a la vez que es progenitora y guardiana de la<br />

doncella que cocina los alimentos y que, a su vez, simboliza el fuego vital. Este relato<br />

se conecta con el mito transcultural de los kogui, los ikʉ y los wiwa, en el que un héroe<br />

rapta la joven y fértil tierra negra a la Madre (que la acapara). Con todo, la mujer <strong>del</strong><br />

presente relato no detenta los rasgos cósmicos de la joven Tierra Negra; se destaca, en<br />

cambio, en sus supuestos «ideales domésticos»: ella reemplaza en las labores de casa a<br />

Nuestro Señor, quien como la Madre kogui, cumplía funciones que aparentemente no<br />

le corresponderían.<br />

El árbol <strong>del</strong> inframundo es central en literaturas indígenas como la maya, aunque el<br />

tema de la manzana pueda contener resonancias <strong>del</strong> Génesis, e incluso <strong>del</strong> folclore europeo.<br />

El relato se cierra con un motivo indígena clásico: el castigo que sigue a la ruptura<br />

de un precepto por curiosidad. La fértil y cálida muchacha termina reemplazando a la<br />

vieja madre fría. La veracidad <strong>del</strong> mito se inscribe en el propio cuerpo humano.<br />

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4. Escritores camëntá

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