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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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352<br />

I Literatura pijao<br />

Él siguió. Por allá al cruzar una selva oyó que por allá hachaban,<br />

hachaba uno; se fue muy poquitico a poco a ver dónde era que<br />

sonaba el golpe <strong>del</strong> hacha, hasta que arrimó donde estaba el señor<br />

tumbando un palo, y el hombre tenía un perrito que lo acompañaba<br />

constantemente, y él iba ahí y el hombre dándole al palo con el hacha<br />

y él se le iba arrimando, se le iba arrimando buscándole siempre la<br />

espalda pa’po<strong>del</strong>o coger, iba acercándosele cuando le salió el perro.<br />

[A] él le dió miedo y salió por una subida arriba corriendo. Entoces<br />

salió el hombre con la escopeta y le hizo tiro por la subida arriba, y<br />

le alcanzó a dar tiro por la subida arriba y alcanzó a pegale pu’aqui<br />

por las verijas [testículos]. Y en una carrera fue ya que llegó donde la<br />

mamá, que a lo que descansó algo, dijo:<br />

–Mijo, ¿y cómo le fue?<br />

Y dijo:<br />

–Ayy… no, mamá, a que yo nunca vuelvo a buscar el hombree…<br />

no pues me pegó un grito que me alcanzaron las escupinas [balas] por<br />

aquí, vea.<br />

Hasta’i va el cuento.<br />

(Narrador Elí Quitora, en Estrada Ramírez, 1989)<br />

la mujer y el oso 1<br />

Esto era que había un hombre y rozó una huerta; entoces quemó<br />

y sembró el maíz. A lo que tuvo el maíz ya de mazorca se le echó a<br />

perder el maíz, y cada vez que iban a dar vuelta encontraban era los<br />

cogidos, entoces dijo la mujer al hombre:<br />

–Pero, mijo, está perdiendo mucho las mazorcas, tiene que irse a<br />

cuidarlas.<br />

Entoces dijo él:<br />

–No mija, yo no puedo ir porque me da miedo.<br />

Entoces dijo: 1<br />

1. El oso que rapta a una mujer es un relato recurrente en los Andes desde Colombia<br />

hasta Argentina. Uno de sus motivos centrales es la inversión <strong>del</strong> orden o rebelión natural<br />

y doméstica. El oso simboliza las fuerzas inconscientes que se levantan contra «la<br />

civilización y la razón», y así atenta contra la familia, destruyendo su huerta y raptando<br />

a la esposa. Pero la rebelión doméstica comienza desde el mismo instante en que el<br />

hombre se queda adentro, dejando que la mujer defienda la huerta y se ocupe por sí sola

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