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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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130<br />

II Literatura inga<br />

–Ya son dos las veces que tú te has burlado de mí. A ver, ¡ahora sí<br />

terminemos el asunto!<br />

–¡Bueno! –le dijo el conejo–. Ahora sí puedes arreglar conmigo de<br />

buena forma. Yo [me] gané aquí un ganado; te lo voy a pagar. Si me comes<br />

a mí, solamente tú me comerás a mí y tampoco te vas a satisfacer.<br />

Por eso te pagaré con el ganado, el cual puedes comer no solamente tú,<br />

sino también la tía y hasta saciarse. Servirá para mañana y para el día<br />

siguiente también. ¡Verás! ¡Ven! Te lo mostraré.<br />

Se fue a mostrarle un ganado gordo que estaba en una ladera un<br />

poco lejos, y le dijo:<br />

–Este fue el que gané. ¡Recíbemelo! Con este quedaremos en paz,<br />

tú conmigo.<br />

–¡Bueno! –le dijo.<br />

–¡Ven! –le dijo el conejo.<br />

Entonces lo llevó, lo hizo parar en una puerta y le dijo:<br />

–¡Párate aquí! Quédate parado así, ¡con las piernas abiertas! El<br />

ganado va a venir corriendo; yo iré para arrimarlo. Cuando esté pasando,<br />

¡tú lo cogerás rápido! Cuando esté pasando entre tus piernas,<br />

¡agárralo rápido!<br />

–¡Bueno! –le dijo.<br />

Cuando ya iba el conejo, le dijo al oso:<br />

–¡No vayas a mirar! Pues si miras pasará por otro lado. ¡Tú estarás<br />

con los ojos bien cerrados! Estarás parado, ¡sin respirar ni nada!<br />

¡Estarás quieto!<br />

Cuando el oso, muy crédulo, ya estaba parado allí, el conejo empujó<br />

de arriba una grande roca que había allí, y, gritando Jay jay, como<br />

un perro, empezó a perseguirla. Cuando la roca se fue, pulom pulom<br />

pulom pulom, el conejo le gritó al oso:<br />

–¡Atájalo, atájalo! ¡No lo vayas a ver!<br />

Entonces esa grande roca aplastó al oso que estaba parado allí con<br />

los ojos cerrados, y después de pasar por encima de él tumbó las paredes.<br />

Entonces el oso se quedó frío, como si el alma se le hubiera salido;<br />

por lo cual el conejo le dijo:<br />

–¡Oye, tío! ¿Qué te pasó? ¿Te pateó o te golpeó? ¡Oye, tío, levántate!<br />

Pareces tan blando, como si estuvieras muerto! ¡Tío! –le decía,<br />

pero sin conseguir respuesta alguna.<br />

Luego el conejo se fue de prisa a [donde] la tía y le pidió:

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