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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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las picardías <strong>del</strong> conejo 1<br />

Resulta que una vez se fue Pedro Arrimales a mercadear al pueblo<br />

que quedaba lejos de su casa. Alistó el bolso, los costales y se fue a<br />

traer el mercado. Yendo por allá a<strong>del</strong>ante encontró un conejo muerto<br />

en la mitad <strong>del</strong> camino y lo empujó con el pie.<br />

«Este vergajo ya está hormigoso, ya debe de estar pudriéndose. Voy<br />

para el pueblo a traer la carne, ¿qué más?», pensó Pedro Arrimales y<br />

siguió su camino.<br />

Cuando ya iba lejos, el conejo que se estaba haciendo el muerto, se<br />

levantó, salió corriendo y se tiró más a<strong>del</strong>ante <strong>del</strong> camino por donde<br />

pasaría Pedro Arrimales.<br />

Cuando Pedro se lo encontró, se dijo:<br />

«Jm… me hubiera traído el otro y así ya eran dos. Así sí me devolvía<br />

para la casa. Pero tal vez no me devuelvo para la casa; este conejo no<br />

me da rendimiento… ¿y los otros encargos que me tienen? Siempre<br />

me toca ir al pueblo, y de allá para acá no me demoro, entonces, si me<br />

los llevo… No, no me los llevo», dijo, y siguió su camino.<br />

Yendo por allá a<strong>del</strong>ante se encontró otro conejo muerto:<br />

«Jm… ahora sí me voy a devolver porque ya son tres», se dijo.<br />

Lo cogió, lo limpió y lo echó al costal donde iba a traer el mercado<br />

y se devolvió a buscar el otro conejo, pero ya no lo encontró. Se lo<br />

habían llevado.<br />

«Bueno, este ya se lo llevaron. Pero el otro tiene que estar ahí,<br />

aunque ya debe estar aventadísimo, pero así y todo me lo llevo».<br />

Siguió caminando. Y llegó al lugar donde se supone que debía<br />

estar el conejo. Pero no, ya no había nada. Ya el conejo no estaba, se<br />

lo habían llevado. De todas maneras siguió hasta su casa y le llevó el<br />

conejo a su mujer.<br />

–Mija, encontré un conejo y aquí lo traigo en este costal. Encontré<br />

dos más, pero cuando volví ya se los habían llevado, por eso no traigo<br />

sino uno. Los otros ya me los habían ganado –y diciendo esto le abrió<br />

1. Usualmente la figura de Pedro Arrimales es alegoría de gran astucia; incluso llega<br />

a engañar al diablo, a la muerte y a Dios mismo, como se cuenta en otros relatos <strong>del</strong> sur<br />

<strong>del</strong> Tolima. Pero aquí, Pedro Arrimales es triplicado en astucia por el conejo, que se<br />

burla hasta de su propia muerte, y juega con el solemne tema de la resurrección al saltar<br />

«como por arte de magia» desde el fondo <strong>del</strong> costal.<br />

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2. Ciclo <strong>del</strong> tío conejo

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