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Miguel Rocha Vivas - Universidad del Valle

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336<br />

I Literatura pijao<br />

–Y allá quedarán para siempre en la cueva <strong>del</strong> humo verde –dijo–,<br />

porque el castillo se acabó. Eso se trasladó a la cueva <strong>del</strong> humo verde.<br />

Le dijo:<br />

–Si se quiere hacer a José Culebro… de resto no se hará nunca y se<br />

morirá sin volverlo a ver –le dijo, todo eso.<br />

Y ai mismo cogió los polvos, cogió el vestido ese y se fue; le dio las<br />

indicaciones por donde tenía que coger y llegó y se puso el vestido ella<br />

y quedó transformada en una viejita como de noventa años, chuchita,<br />

y ese anillo y esa argolla bien guardao, y ese paquetico de polvos bien<br />

guardao… Sí, estaban tocando flauta al borde de la cueva, la diabla y<br />

el diablo. Dijo:<br />

–¡Buenas noches!<br />

–¡Buenas noches vieja!<br />

–Ay, que si me dan trabajo.<br />

Dijo:<br />

–¿Y en qué quiere que le demos trabajo? Usté está muy vieja.<br />

Dijo:<br />

–No, pues ruciando jardines y barriendo patios y adentro, asiando<br />

patios.<br />

–¿Qué dice mija, le damos trabajo a la viejita?<br />

–Bueno, sí. Démole trabajo a ver si sirve pa’algo, y si no… va tocar<br />

es que se vaya.<br />

Entonces se entraron, sí, al otro día comenzó ella a barrer y a ruciar<br />

jardines y a recriarse. Claro, ahí lo conoció bien, dijo: «Este fue el<br />

que yo alumbré con la esperma». Bueno, y pase días y pase días y ella<br />

rocié jardines y barra y todas las noches salían a la cueva a las doce de<br />

la noche. La viejita no… porque ella quedaba allá encerrada. Llegó un<br />

día que le dijo a la vieja:<br />

–Oiga vieja, hoy haces el chocolate y nos lo pasas –cuando almorzaron.<br />

–Bueno, señora.<br />

Así fue, hizo el chocolate y di’una vez en el pocillo de’lla le echó<br />

un poconón de polvos y… se lo tomó y quedó esa vieja dormida. A<br />

lo que se quedó dormida, llegó ella y se puso el anillo y la argolla y<br />

se puso a barrer, hacer que barría po’l pie de’l… y le dijo:<br />

–Oiga, vieja atrevida, ¿usté por qué carga el anillo y la argolla de la<br />

mujer mía, de la señora mía? ¡No sea atrevida!

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