Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—Jud —dice con voz muy tensa—, Flyn no montará en ese juguete.<br />
Incrédula, respondo:<br />
—Venga ya, pero si es un juguete para pasar<strong>lo</strong> bien. Yo le puedo enseñar.<br />
—No.<br />
—Enseñé a Luz a utilizar<strong>lo</strong> y tendrías <strong>que</strong> ver cómo <strong>lo</strong> monta.<br />
—He dicho <strong>que</strong> no.<br />
—Escucha, cie<strong>lo</strong> —sigo a pesar de sus negativas—, no es difícil aprender. Es só<strong>lo</strong><br />
cogerle el truco y mantener el equilibrio. Flyn es un niño listo, y estoy segura de <strong>que</strong><br />
aprenderá rápidamente.<br />
Eric se levanta, me quita el skateboard de las manos y puntualiza alto y claro:<br />
—Quiero esto lejos de Flyn, ¿entendido?<br />
¡Dios, cuando se pone así, <strong>lo</strong> mataría! Me levanto, le quito el skate de las manos y<br />
gruño:<br />
—Es mi rega<strong>lo</strong> para Flyn. ¿No crees <strong>que</strong> debería ser él quien dijera si <strong>lo</strong> quiere o<br />
no?<br />
El niño no habla. Só<strong>lo</strong> nos observa. Pero finalmente dice:<br />
—No <strong>lo</strong> quiero. Es peligroso.<br />
Simona, con la mirada, me pide <strong>que</strong> me calle. Que <strong>lo</strong> deje estar. Pero no, ¡me niego!<br />
—Escucha, Flyn...<br />
—Jud —interviene Eric, quitándome de nuevo el skate—, te acaba de decir <strong>que</strong> no<br />
<strong>lo</strong> quiere. ¿Qué más necesitas escuchar?<br />
Malhumorada, le vuelvo a arrancar el puñetero skateboard de las manos.<br />
—Lo <strong>que</strong> he oído es <strong>lo</strong> <strong>que</strong> ¡tú! <strong>que</strong>rías <strong>que</strong> dijera. Déjale a él <strong>que</strong> responda.<br />
—No <strong>lo</strong> quiero —insiste el crío.<br />
Con el skate en las manos me acerco a él y me agacho.<br />
—Flyn, si tu quieres, yo te puedo enseñar. Te prometo <strong>que</strong> no te vas a hacer daño,<br />
por<strong>que</strong> yo no <strong>lo</strong> voy a permitir y...<br />
—¡Se acabó! ¡He dicho <strong>que</strong> no y es <strong>que</strong> no! —grita Eric—. Simona, Norbert,<br />
llévense a Flyn del salón; tengo <strong>que</strong> hablar con Judith.<br />
Cuando <strong>lo</strong>s otros salen del salón y nos <strong>que</strong>damos so<strong>lo</strong>s, Eric sisea:<br />
—Escucha, Jud, si no quieres <strong>que</strong> discutamos delante del niño o del servicio,<br />
¡cállate! He dicho <strong>que</strong> no al skate. ¿Por qué insistes?<br />
—Por<strong>que</strong> es un niño, ¡joder! ¿No has visto sus ojos cuando <strong>lo</strong> ha sacado de la caja?<br />
Le ha gustado. Pero ¿no te has dado cuenta?<br />
—No.<br />
Deseosa de llamarle de todo menos bonito, protesto.<br />
—No puede estar todo el día enganchado a la Wii, a la Play o a la... Pero ¿qué clase<br />
de niño estás criando? No te das cuenta de <strong>que</strong> el día de mañana va a ser un niño retraído y<br />
miedoso.<br />
—Prefiero <strong>que</strong> sea así a <strong>que</strong> le pueda pasar algo.<br />
—Desde luego, algo le pasará con la educación <strong>que</strong> le estás dando. ¿No has pensado<br />
<strong>que</strong> llegará un momento en el <strong>que</strong> él quiera salir con <strong>lo</strong>s amigos o con una chica, y no sabrá<br />
hacer nada, a excepción de jugar con la Wii y obedecer a su tío? ¡Vaya dos!, desde luego<br />
sois tal para cual.<br />
Eric me mira, me mira y me mira, y al final responde:<br />
—Que vivas conmigo y el niño en esta casa es <strong>lo</strong> más bonito <strong>que</strong> me ha ocurrido en<br />
muchos años, pero no voy a poner en peligro a Flyn por<strong>que</strong> tú creas <strong>que</strong> él deba ser