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Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

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44<br />

A las siete de la mañana, cuando todavía estoy en la cama, suena mi móvil. Miro la<br />

pantalla y no reconozco el número. Lo cojo y escucho:<br />

—¿Qué has hecho?<br />

—¿Cómo? —pregunto adormilada, sin entender nada.<br />

—¿Por qué te has despedido, Judith?<br />

¡Eric!<br />

Gerardo ya le ha debido de informar de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> he hecho y, airado, grita:<br />

—¡Por el amor de Dios, pe<strong>que</strong>ña, necesitas el trabajo! ¿Qué pretendes hacer? ¿En<br />

qué pretendes trabajar? ¿Quieres ser camarera otra vez?<br />

Alucinada por esas preguntas y, en especial, por<strong>que</strong> me llame «pe<strong>que</strong>ña», siseo:<br />

—No soy tu pe<strong>que</strong>ña y no vuelvas a llamarme en tu vida.<br />

—Jud...<br />

—Olvída <strong>que</strong> existo.<br />

Corto la llamada.<br />

Eric vuelve a insistir. Corto la llamada.<br />

Al final apago el móvil y, antes de <strong>que</strong> llame al número de mi casa, desenchufo el<br />

teléfono. Enfadada me doy la vuelta y continúo durmiendo. Quiero dormir y olvidarme del<br />

mundo.<br />

Pero no puedo dormir y me levanto. Me visto y salgo. No quiero estar en casa.<br />

Llamo a Nacho y me voy con él a su taller. Durante horas, observo <strong>lo</strong>s tatuajes <strong>que</strong> hace<br />

mientras hablamos. A la hora de cerrar, llamamos a <strong>lo</strong>s amigos y nos vamos de jarana.<br />

Necesito celebrar <strong>que</strong> no trabajo para Müller.<br />

Cuando llego a casa son las tres de la madrugada. Voy directamente a la cama.<br />

Tengo un pedo co<strong>lo</strong>sal.<br />

Sobre las diez de la mañana llaman a mi puerta. Con gesto pesaroso me levanto para<br />

abrir. Me <strong>que</strong>do de piedra cuando veo <strong>que</strong> es un mensajero con un precioso ramo de rosas<br />

rojas de tal<strong>lo</strong> largo. Intento <strong>que</strong> se las lleve. Sé de quién son, pero el mensajero se resiste.<br />

Al final me las <strong>que</strong>do y van derechas a la basura. Pero la cotilla <strong>que</strong> hay en mí busca la<br />

tarjetita y el corazón se me acelera cuando leo:<br />

Como te dije hace tiempo, te llevo en mi mente desesperadamente.<br />

Te quiero, pe<strong>que</strong>ña.<br />

Eric Zimmerman

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