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Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

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pide a Jefrey <strong>que</strong> me muerda <strong>lo</strong>s pezones y, al <strong>que</strong> está detrás, <strong>que</strong> me azote. Lo hacen al<br />

mismo tiempo <strong>que</strong> me follan. Una vez..., y otra..., y otra más, hasta <strong>que</strong> me corro y el<strong>lo</strong>s<br />

también.<br />

Tras eso, Eric me besa. Hace salir de mí a <strong>lo</strong>s hombres, me coge de la cintura y me<br />

lleva entre sus brazos hasta la ducha. El agua cae sobre nuestros cuerpos y no hablamos. Mi<br />

vagina y mi ano aún tiemblan. Todo ha sido tan morboso y excitante <strong>que</strong> apenas puedo<br />

pronunciar palabra. Mi Iceman pasa su mano por mi cara y murmura:<br />

—¿Todo bien, cariño?<br />

Asiento y sonrío. Ha sido alucinante.<br />

Nuestras bocas se encuentran. Se devoran, y Eric, embravecido me vuelve a<br />

penetrar. Se ha recuperado y su erección me necesita. Me coge entre sus brazos y, bajo el<br />

chorro de la ducha, me hace suya. Aprisionada contra la pared, mi amor se hunde en mí,<br />

una y otra vez, mientras mis piernas se enredan en su cintura deseosa de más y más. Nos<br />

decimos al oído palabras calientes, y acrecentamos nuestro deseo. Palabras salvajes,<br />

mirándonos a <strong>lo</strong>s ojos para en<strong>lo</strong><strong>que</strong>cernos más. Y cuando nuestro orgasmo nos hace gritar,<br />

nos <strong>que</strong>damos apoyados en la pared, y Eric murmura en mi oído:<br />

—Me vas a matar, pe<strong>que</strong>ña...<br />

Yo sonrío. Me muevo, y Eric me posa en el sue<strong>lo</strong>. El agua sigue cayendo sobre<br />

nuestros cuerpos. Nos miramos y sonreímos. Cuando salimos de la ducha me fijo en las<br />

otras personas <strong>que</strong> están en la habitación, y al ver <strong>que</strong> es <strong>ahora</strong> la mujer la <strong>que</strong> está en la<br />

cama con <strong>lo</strong>s otros dos y Dexter la toca en<strong>lo</strong><strong>que</strong>cido, pregunto:<br />

—¿Esto es <strong>siempre</strong> así?<br />

Eric asiente, y acercándome a su cuerpo, murmura:<br />

—Siempre. Uno encuentra <strong>lo</strong> <strong>que</strong> desea. Son fantasías. Recuérda<strong>lo</strong>.<br />

Diez minutos después, Eric y yo, vestidos, regresamos a la segunda sala donde<br />

hemos estado. Me besa, disfruta de mí y yo disfruto de él. Somos felices. Estamos<br />

compenetrados ¿Qué más puedo pedir?<br />

Tras beber un par de cubatas mi vejiga está <strong>que</strong> exp<strong>lo</strong>ta. Le indico <strong>que</strong> tengo <strong>que</strong> ir<br />

al baño. Me dice dónde está y me encamino a él. Al entrar hay dos mujeres besándose, me<br />

miran, las miro y sonrío. Entro en una de las cabinas y suspiro gustosa mientras hago pis.<br />

Oigo entrar más gente al baño. Risas. Unas mujeres cuchichean y escucho:<br />

—¡Oh, sí! El viernes <strong>que</strong> viene tengo una cena con Raimon Grüher y sus padres.<br />

Por fin, he conseguido mi objetivo. Me va a pedir <strong>que</strong> me case con él.<br />

Chilliditos de satisfacción. Me río. Y otra voz dice:<br />

—¿Dónde has <strong>que</strong>dado con el<strong>lo</strong>s?<br />

—A las siete en la Trattoria de Vicenzo. Un sitio ideal, ¿verdad?<br />

—Maravil<strong>lo</strong>so.<br />

—Y exclusivo.<br />

—Y carísimo.<br />

Risas de nuevo.<br />

—Pero, oye, creía <strong>que</strong> Raimon no era tu tipo. A ti te gustan más jovencitos.<br />

—Y no <strong>lo</strong> es, <strong>que</strong>rida, pero su dinero sí. —Ambas ríen, y yo resop<strong>lo</strong>. ¡Menuda<br />

lagarta!—. No es un hombre <strong>que</strong> me vuelva <strong>lo</strong>ca en la cama. A su edad, ¿qué esperas? Pero<br />

eso ya <strong>lo</strong> he solucionado con su primo Alfred y mis propios amigos. Al fin y al cabo, todo<br />

<strong>que</strong>da en familia, ¿no crees?<br />

—¡Oh, Betta! Eres terrible.<br />

¡¿Betta?!

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