Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
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¿Ha dicho Betta?<br />
El corazón me comienza a palpitar cuando oigo:<br />
—Mira quién va a hablar. Ni <strong>que</strong> tú fueras una santa cuando te <strong>lo</strong> pasas de vicio en<br />
este <strong>lo</strong>cal sin tu marido. Si Stephen se enterara te iba a dar <strong>lo</strong> tuyo.<br />
La risa me confirma <strong>que</strong> es ella. ¡Betta! Su risa de cerdo pachón es indiscutible. Me<br />
bajo el vestido, ya <strong>que</strong> bragas no llevo, pues Eric me las ha roto, y abro la puerta del baño.<br />
Ellas me miran y observo <strong>que</strong> Betta no se sorprende al verme en el <strong>lo</strong>cal. Por su gesto,<br />
intuyo <strong>que</strong> ya sabía <strong>que</strong> yo estaba allí. Y antes de <strong>que</strong> yo pueda hacer nada, me da un<br />
empujón <strong>que</strong> me lanza contra la pared. Pero yo soy rápida, la agarro del vestido y tiro de<br />
ella. Cae de bruces contra el sue<strong>lo</strong>. Su amiga comienza a chillar y sale en busca de auxilio.<br />
Las dos mujeres <strong>que</strong> se besaban salen corriendo. Nos dejan solas.<br />
Al caer a mi lado miro su mano. Veo un anil<strong>lo</strong> en forma de margarita y, furiosa,<br />
grito:<br />
—Le has tocado, maldita cerda. ¿Has tocado a Eric?<br />
Sonríe con malicia.<br />
—Me ha parecido <strong>que</strong> os gustaba a <strong>lo</strong>s dos cuando <strong>lo</strong> he hecho, ¿no?<br />
Su afirmación me deja sin palabras. ¡La mato! Le propino un bofetón y después otro<br />
ante la cara de horror de una mujer <strong>que</strong> entra en ese momento en el aseo. Betta se levanta<br />
del sue<strong>lo</strong>, y yo la sigo. Ella es más alta <strong>que</strong> yo, pero yo soy mucho más ágil y rápida <strong>que</strong><br />
ella, y cuando va a escapar, la tiro contra la pared y, aprisionándola contra ella, siseo:<br />
—¿Cómo te atreves a tocar<strong>lo</strong>? —grito.<br />
Ella no responde. Só<strong>lo</strong> ríe, y aca<strong>lo</strong>rada siseo:<br />
—Te dije <strong>que</strong> no te <strong>que</strong>ría ver cerca de Eric.<br />
—Lo <strong>que</strong> tú me digas me importa bien poco.<br />
¡Oh, Dios, le arranco las extensiones! Y mirándola, clamo muy enfadada:<br />
—Te dije <strong>que</strong> si me buscabas, me encontrarías, ¡zorra!<br />
Betta grita. Se asusta cuando le retuerzo el brazo y, de pronto, Eric me agarra y,<br />
separándome de ella, pregunta:<br />
—¡Por el amor de Dios, Jud!, ¿qué estás haciendo?<br />
Betta, con el semblante arrugado y con una recriminadora mirada, chilla.<br />
—Tu novia es una asesina.<br />
—¡Serás zorra...! —grito, descompuesta.<br />
—Me ha visto y me ha atacado.<br />
—Eres una sinvergüenza. Tú me has atacado primero a mí.<br />
—Mentirosa. —Y mirando a Eric, murmura—: Cariño, no la creas. Yo estaba en el<br />
baño, y ella llegó y...<br />
—¡Cállate, Betta! —sisea Eric, enfurecido.<br />
—¡¿Cariño?! ¿Le has dicho «cariño»? —grito, deshaciéndome de <strong>lo</strong>s brazos de<br />
Eric—. No le llames «cariño», ¡perra!<br />
Eric me vuelve a sujetar. Soy una fiera. Me mira y dice:<br />
—No entres en su juego, cie<strong>lo</strong>. Mírame, Jud. Mírame.<br />
Pero yo, dispuesta a sacarle <strong>lo</strong>s ojos a esa <strong>que</strong> me mira con diversión, grito:<br />
—¿Cómo has podido tocarnos? ¿Cómo has podido acercarte a él? ¿A nosotros?<br />
—Éste es un <strong>lo</strong>cal público, bonita. No es un lugar exclusivo para Eric y para ti.<br />
—Betta, ¡basta! —grita Eric sin entender a <strong>lo</strong> <strong>que</strong> nos referimos.<br />
La mato. ¡Yo la mato!<br />
Eric, furioso, intenta tranquilizarme. No le presta atención a Betta, no le interesa;