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Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

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Ésta se encuentra parcialmente vacía, a excepción de una cinta para correr y cajas, muchas<br />

cajas.<br />

—Esta estancia es para ti. Para tus cosas —dice de pronto.<br />

—¿Para mí?<br />

Eric asiente y prosigue:<br />

—Aquí podrás tener tu propio espacio personal, algo <strong>que</strong> sé <strong>que</strong> quieres y te gusta.<br />

—Voy a decir algo cuando añade—: Como has visto, Flyn tiene su espacio y yo tengo el<br />

mío. Es justo <strong>que</strong> tú también tengas el tuyo para <strong>lo</strong> <strong>que</strong> <strong>quieras</strong>.<br />

Ante <strong>lo</strong> <strong>que</strong> dice, no sé qué responder. Estoy tan b<strong>lo</strong><strong>que</strong>ada <strong>que</strong> prefiero callarme a<br />

soltar algo de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> sé <strong>que</strong> luego me arrepentiré. Eric se acerca más a mí, me da un beso en<br />

la frente y murmura:<br />

—Ven. Continuaré enseñándote la casa.<br />

Ensimismada por toda la amplitud y el lujo <strong>que</strong> hay aquí, subo por la impresionante<br />

escalera doble del vestíbu<strong>lo</strong>. Eric me indica <strong>que</strong> en esa planta hay siete habitaciones, cada<br />

una con baño incluido.<br />

La habitación de Eric es impresionante. ¡Enorme! Es en tonos azules y en el centro<br />

tiene una cama gigante, <strong>lo</strong> <strong>que</strong> hace <strong>que</strong> mi corazón se dispare tanto como mi tensión. El<br />

baño es otra maravilla: jacuzzi, ducha de hidromasaje. Todo lujo.<br />

Al regresar a la habitación me fijo en la lámpara <strong>que</strong> hay en una de las mesillas y<br />

sonrío. Es la lamparita <strong>que</strong> compramos en El Rastro, con mis labios marcados. No pega en<br />

este dormitorio ¡ni con cola! Demasiado informal. Sin mirar<strong>lo</strong>, sé <strong>que</strong> Eric me está<br />

observando y eso me altera. Con disimu<strong>lo</strong> miro hacia otro lado de la habitación y veo mi<br />

equipaje. Eso me pone más cardíaca, pero, como puedo, disimu<strong>lo</strong>.<br />

Salimos de la habitación de Eric y entramos en la de Flyn. Aviones y coches<br />

perfectamente co<strong>lo</strong>cados. ¿Tan ordenado es este niño? Esto me vuelve a sorprender. La<br />

estancia es bonita pero impersonal. No parece <strong>que</strong> un crío viva aquí.<br />

Una vez <strong>que</strong> salimos me enseña las cinco habitaciones restantes. Son grandes y<br />

bonitas pero sin vida. Se nota <strong>que</strong> nadie las usa. Vistas las habitaciones, me coge de nuevo<br />

de la mano y tira de mí escaleras abajo. Entramos en la increíble cocina en co<strong>lo</strong>r acero y<br />

madera con una isla central. Abre una nevera americana, saca una coca-cola fresquita para<br />

mí y una cerveza para él.<br />

—Espero <strong>que</strong> la casa te guste.<br />

—Es preciosa, Eric.<br />

Sonríe y da un trago a su cerveza.<br />

—Es tan grande <strong>que</strong>... ¡Uf! —digo, mirando alrededor y tocándome la frente—.<br />

Vaya pedazo de casa <strong>que</strong> tienes. Si la ve mi padre alucina en co<strong>lo</strong>res. Pero..., pero si mi<br />

casa es más pe<strong>que</strong>ña <strong>que</strong> uno de <strong>lo</strong>s cuartos de baño de esta planta. —Eric sonríe, y<br />

pregunto—: ¿Cómo no me <strong>lo</strong> habías dicho nunca?<br />

Se encoge de hombros, echando un vistazo a <strong>lo</strong> <strong>que</strong> nos rodea.<br />

—No sé. Nunca me has preguntado por mi casa.<br />

Sonrío. Parezco tonta, pero soy incapaz de dejar de sonreír. Eric me gusta. La casa<br />

me gusta. Estar con él aquí me gusta. Todo..., absolutamente todo <strong>lo</strong> <strong>que</strong> tenga <strong>que</strong> ver con<br />

él ¡me gusta! Y antes de <strong>que</strong> me pueda retirar, siento sus manos en mi cintura y me sube a<br />

la encimera. Se mete entre mis piernas y pregunta en tono dulzón cerca de mi boca:<br />

—¿Me has levantado el castigo ya?<br />

Esa pregunta y su rápida cercanía me pillan tan de sorpresa <strong>que</strong> vuelvo a no saber<br />

qué decir. Por un lado, tengo <strong>que</strong> ser la tía dura <strong>que</strong> sé <strong>que</strong> soy y hacerle pagar <strong>lo</strong>s ma<strong>lo</strong>s

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