Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
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mía. No me tenía <strong>que</strong> haber subido al muro y...<br />
—Fue só<strong>lo</strong> mi culpa. Yo cerré las puertas y no te dejé entrar. Estaba enfadado, y<br />
yo..., yo... <strong>lo</strong> <strong>que</strong> hice está muy mal, y comprenderé <strong>que</strong> el tío Eric me mande al internado<br />
<strong>que</strong> dicen Sonia y Marta. Me <strong>lo</strong> advirtió la última vez, y yo le he vuelto a decepcionar.<br />
El do<strong>lo</strong>r y el miedo <strong>que</strong> veo en sus ojos me destrozan. Flyn no va a ir a ningún<br />
internado. No <strong>lo</strong> voy a permitir. Su inseguridad me da de lleno en el corazón y respondo:<br />
—No se va a enterar por<strong>que</strong> ni tú ni yo se <strong>lo</strong> vamos a contar, ¿de acuerdo?<br />
Esa reacción mía Flyn no la espera y, sorprendido, me mira.<br />
—¿No le has contado al tío <strong>lo</strong> <strong>que</strong> ha ocurrido?<br />
—No, cie<strong>lo</strong>. Simplemente le he dicho <strong>que</strong> estaba yo en la nieve, me resbalé y caí.<br />
De pronto, me acuerdo de mi padre. Acabo de sorprender a Flyn, y eso <strong>lo</strong> debilita.<br />
Sonrío. Los hombros del pe<strong>que</strong>ño se relajan. Le acabo de quitar un peso de encima.<br />
—Gracias, ya me veía en el internado.<br />
Su sinceridad me hace sonreír.<br />
—Flyn, me tienes <strong>que</strong> prometer <strong>que</strong> no volverás a comportarte así. Nadie quiere <strong>que</strong><br />
vayas a un internado. Eres tú el <strong>que</strong> parece, con tus actos, <strong>que</strong> <strong>lo</strong> desea, ¿no te das cuenta?<br />
—No responde, y pregunto—: ¿Qué ocurrió el otro día en el colegio?<br />
—Nada.<br />
—¡Ah, no, jovencito! ¡Se acabaron <strong>lo</strong>s secretos! Si quieres <strong>que</strong> yo confíe en ti, tú<br />
tendrás <strong>que</strong> confiar en mí y contarme qué narices pasa en el colegio y por qué dicen <strong>que</strong> tú<br />
has comenzado una pelea cuando no creo <strong>que</strong> sea así.<br />
Él cierra <strong>lo</strong>s ojos, calibrando las consecuencias de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> me va a decir.<br />
—Robert y <strong>lo</strong>s otros chicos me empezaron a insultar. Como <strong>siempre</strong>, me llamaron<br />
chino de mierda, gallina, miedica. El<strong>lo</strong>s se mofan de mí por<strong>que</strong> no sé hacer nada de <strong>lo</strong> <strong>que</strong><br />
el<strong>lo</strong>s hacen con el skateboard, la bicicleta o <strong>lo</strong>s patines. Intenté no hacerles caso como<br />
<strong>siempre</strong>, pero cuando George me tiró al sue<strong>lo</strong> y comenzó a darme puñetazos, agarré su<br />
skate y se <strong>lo</strong> estampé en la cabeza. Sé <strong>que</strong> no <strong>lo</strong> tenía <strong>que</strong> haber hecho, pero...<br />
—¿Esas cosas te dicen esos sinvergüenzas?<br />
Flyn asiente.<br />
—Tienen razón. Soy un torpe.<br />
Maldigo a Eric en silencio. Él, con sus miedos a <strong>que</strong> ocurran cosas, está provocando<br />
todo esto. El crío susurra:<br />
—Los profes no me creen. Soy el bicho raro de la clase. Y como no tengo amigos<br />
<strong>que</strong> me defiendan, <strong>siempre</strong> cargo con las culpas.<br />
—¿Y tu tío no te cree tampoco?<br />
Flyn se encoge de hombros.<br />
—Él no sabe nada. Cree <strong>que</strong> me meto en problemas por<strong>que</strong> soy conflictivo. No<br />
quiero <strong>que</strong> sepa <strong>que</strong> esos chicos se mofan de mí por<strong>que</strong> soy cobarde. No quiero<br />
decepcionar<strong>lo</strong>.<br />
Eso me duele. No es justo <strong>que</strong> Flyn cargue con a<strong>que</strong>l<strong>lo</strong> y Eric no <strong>lo</strong> sepa. Tengo <strong>que</strong><br />
hablar con él. Pero centrándome en el niño le cojo el óva<strong>lo</strong> de la cara y murmuro:<br />
—El <strong>que</strong> le dieras a ese chico con el skate en la cabeza no estuvo bien, cie<strong>lo</strong>. Lo<br />
entiendes, ¿verdad? —El pe<strong>que</strong>ño asiente, y dispuesta a ayudar<strong>lo</strong> sigo—: Pero no voy a<br />
consentir <strong>que</strong> nadie más te vuelva a insultar.<br />
Sus ojitos de pronto se avivan. Me acuerdo de mi sobrina.<br />
—Pon tu pulgar contra el mío. Y una vez <strong>que</strong> se to<strong>que</strong>n, nos damos una palmadita<br />
en la mano. —Hace <strong>lo</strong> <strong>que</strong> le digo y vuelve a sonreír—: Ésta es la contraseña de amistad