Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>que</strong> mi disfrute ha llegado, y entonces, só<strong>lo</strong> entonces, él se deja llevar por su placer.<br />
Desnudos y sudorosos, nos abrazamos mientras seguimos contra la pared. Amo a Eric. Lo<br />
quiero con toda mi alma.<br />
—Te quiero, Jud... —afirma, bajándome al sue<strong>lo</strong>—. Por favor, no <strong>lo</strong> dudes, cariño.<br />
Cinco minutos después estamos en la ducha. Aquí me vuelve a hacer el amor.<br />
Somos insaciables. El sexo entre nosotros es fantástico. Co<strong>lo</strong>sal.<br />
Cuando Eric se marcha, le digo adiós con la mano. Confío en él. Quiero confiar en<br />
él. Sé <strong>lo</strong> importante <strong>que</strong> soy en su vida y estoy segura de <strong>que</strong> no me decepcionará.<br />
Marta pasa a recogerme y sonrío. Me monto en su coche y nos sumergimos en el<br />
tráfico de Múnich.<br />
Llegamos hasta una elegante tienda. Aparcamos el coche, y cuando entramos, veo<br />
<strong>que</strong> es la tienda de Anita, la amiga de Marta <strong>que</strong> estuvo con nosotras en el bar cubano. Tras<br />
elegir varios vestidos, a cuál más bonito y más caro, cuando entramos en el espacioso e<br />
iluminado probador cuchichea:<br />
—Tengo <strong>que</strong> comprarme algo sexy para la cena de pasado mañana.<br />
—¿Tienes una cena con un churri?<br />
—Sí —dice riendo Marta.<br />
—¡Vaya!, ¿y con quién es esa cena?<br />
Divertida, Marta me mira y murmura:<br />
—Con Arthur.<br />
—¿Arthur?, ¿el camarero buenorro?<br />
—Sí.<br />
—¡Guau, genial! —aplaudo.<br />
—Decidí seguir tu consejo y darle una oportunidad. Quizá salga bien, quizá no, pero<br />
mira, nunca podré decir <strong>que</strong> ¡no <strong>lo</strong> intenté!<br />
—¡Olé, mi chica...! —exclamo, alegre.<br />
Se prueba varios vestidos y al final se decide por uno azul eléctrico. Marta está<br />
guapísima con él. De pronto, una voz llama mi atención. ¿Dónde he oído yo esa voz? Salgo<br />
del probador y me <strong>que</strong>do sin habla. A pocos metros de mí tengo a la persona <strong>que</strong> he<br />
deseado echarme a la cara en estos últimos meses hablando con otra mujer: Betta. La<br />
sangre se me enciende y mi sed de venganza me atenaza.<br />
Sin poder contener mis impulsos más asesinos, voy hacia ella y, antes de <strong>que</strong> Betta<br />
pueda reaccionar, ya la tengo cogida por el cuel<strong>lo</strong> y siseo en su cara:<br />
—¡Hola, Rebeca!, ¿o mejor te llamo Betta?<br />
Ella se <strong>que</strong>da blanca como el papel, y su amiga aún más. Está asombrada. No<br />
esperaba verme aquí y menos todavía <strong>que</strong> yo reaccionara así. Soy pe<strong>que</strong>ña, pero matona, y<br />
esa imbécil se va a enterar de quién soy yo. Anita, al vernos, se dirige a nosotras. Pero no<br />
dispuesta a soltar a mi presa, la meto en un probador.<br />
—Tengo <strong>que</strong> hablar con ella. ¿Nos dais un momento?<br />
Cierro la puerta del probador, y Betta me mira, horrorizada. No tiene escapatoria.<br />
Sin más, le suelto una bofetada <strong>que</strong> le gira la cara.<br />
—Esto para <strong>que</strong> aprendas, y esto —digo, y le doy otra bofetada con la mano bien<br />
abierta— por si todavía no has aprendido.<br />
Betta grita. Anita grita. La amiga de Betta grita. Todas gritan y aporrean la puerta, y<br />
yo, dispuesta a darle su merecido a esta sinvergüenza, le retuerzo un brazo, la hago caer de<br />
rodillas ante mí y suelto:<br />
—No soy agresiva ni mala persona, pero cuando <strong>lo</strong> son conmigo, soy la peor. Me