Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
38<br />
Al día siguiente, con una resaca monumental, pues la noche ha sido de órdago y<br />
só<strong>lo</strong> he dormido unas horas en la casa de Marta, cuando llego a casa de Eric, él está allí.<br />
Cuando me ve entrar con las gafas de sol puestas, camina hacia mí y sisea furioso:<br />
—¿Se puede saber dónde has dormido?<br />
Sorprendida, levanto la mano y murmuro:<br />
—En medio de la calle te puedo asegurar <strong>que</strong> no.<br />
Gruñe. Blasfema. Me hace saber <strong>lo</strong> preocupado <strong>que</strong> ha estado. No le hago caso.<br />
Camino decidida mientras siento sus pasos detrás de mí. Está furioso, y cuando entro en mi<br />
cuartito, le doy con la puerta en las narices. Eso le ha debido de cabrear una barbaridad.<br />
Espero a <strong>que</strong> entre y me grite, pero no <strong>lo</strong> hace. ¡Bien! No me apetece oírle gruñir. Hoy no.<br />
Mientras termino de meter mis cosas en las cajas de cartón intento ser fuerte. No<br />
voy a l<strong>lo</strong>rar. Se acabó l<strong>lo</strong>rar por Iceman. Si no le importo, no tengo por qué <strong>que</strong>rer<strong>lo</strong> yo a<br />
él. Tengo <strong>que</strong> terminar con esto cuanto antes. Cuando acabo de cerrar una caja de libros,<br />
decido subir a mi habitación. Aquí tengo muchas cosas. Por suerte, no me cruzo con Eric, y<br />
cuando entro en el dormitorio, suspiro al ver <strong>que</strong> tampoco está. Dejo un par de cajas y entro<br />
a ver a Flyn.<br />
El pe<strong>que</strong>ño, al verme, se alegra, pero cuando se da cuenta de <strong>que</strong> me estoy<br />
despidiendo de él, su gesto cambia. Su dura mirada vuelve y susurra:<br />
—Prometiste <strong>que</strong> no te irías.<br />
—Lo sé, cie<strong>lo</strong>. Sé <strong>que</strong> te <strong>lo</strong> prometí, pero en ocasiones las cosas entre <strong>lo</strong>s adultos no<br />
salen como uno prevé, y al final, se complican más de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> imaginabas.<br />
—Todo es culpa mía —dice, y se le contrae la cara—. Si yo no hubiera cogido el<br />
skate, no me habría caído, y el tío y tú no habríais discutido.<br />
Lo abrazo. Lo acuno. Nunca me habría imaginado <strong>que</strong> l<strong>lo</strong>raría por mí, e intentando<br />
<strong>que</strong> las lágrimas no desborden mis ojos, murmuro:<br />
—Escucha, Flyn. Tú no tienes la culpa de nada, cariño. Tu tío y yo...<br />
—No quiero <strong>que</strong> te vayas. Contigo me <strong>lo</strong> paso bien, y eres..., eres buena conmigo.<br />
—Escucha, cie<strong>lo</strong>.<br />
—¿Por qué te tienes <strong>que</strong> ir?<br />
Sonrío con tristeza. Es incapaz de escucharme y yo de explicarle una vez más el<br />
absurdo cuento de por qué me voy. Al final, le quito las lágrimas de <strong>lo</strong>s ojos y le digo:<br />
—Flyn, <strong>siempre</strong> me has demostrado <strong>que</strong> eres un hombrecito tan duro como tu tío.<br />
Ahora <strong>lo</strong> tienes <strong>que</strong> volver a ser, ¿vale? —El crío asiente, y prosigo—: Cuida bien a<br />
Calamar. Recuerda <strong>que</strong> él es tu superamigo y tu supermascota, y quiere mucho a Susto, ¿de<br />
acuerdo?