Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
ueno, ¿qué concepto tienen <strong>lo</strong>s guiris de <strong>lo</strong>s españoles?<br />
Tras la carrera, nos despedimos, y Marta y yo nos vamos a tomar algo. Ella decide<br />
dónde ir. Cuando nos sentamos, todavía estoy emocionada por la vueltecita <strong>que</strong> me he dado<br />
con la moto. Sé <strong>que</strong> si Eric se entera, pondrá el grito en el cie<strong>lo</strong>, pero me da igual. Yo <strong>lo</strong> he<br />
disfrutado. De pronto, soy consciente de cómo Marta mira con disimu<strong>lo</strong> al camarero. Ese<br />
rubio ya ha venido varias veces a traernos las consumiciones y, por cierto, es muy amable.<br />
—Vamos a ver, Marta, ¿qué hay entre el camarero buenorro ese y tú? —indago,<br />
riendo.<br />
Sorprendida por la pregunta, responde:<br />
—Nada. ¿Por qué dices eso?<br />
Segura de <strong>que</strong> mi intuición no me engaña, me repanchingo en la silla.<br />
—Punto uno: el camarero sabe cómo te llamas, y tú sabes cómo se llama él. Punto<br />
dos: a mí me ha preguntado qué clase de cerveza quiero, y a ti te ha traído una sin<br />
preguntarte. Y punto tres, y de vital importancia: me he dado cuenta de cómo os miráis y os<br />
sonreís.<br />
Marta ríe. Vuelve a mirar<strong>lo</strong> y, acercándose a mí, murmura:<br />
—Nos hemos visto un par de veces. Arthur es muy majo. Hemos tomado algo y...<br />
—¡Guau! Aquí hay tema <strong>que</strong> te <strong>que</strong>mas —me mofo, y Marta suelta una carcajada.<br />
Sin disimu<strong>lo</strong>, miro al tal Arthur. Es un joven de mi edad, alto, con gafitas y guapete.<br />
Él, al ver <strong>que</strong> <strong>lo</strong> miro, me sonríe, pero su mirada de nuevo vuela hacia Marta mientras<br />
recoge unos vasos de la mesa de al lado.<br />
—Le gustas mucho —canturreo.<br />
—Me consta, pero no puede ser —contesta riendo Marta.<br />
—¿Y por qué no puede ser? —pregunto, curiosa.<br />
Marta toma primero un trago de su cerveza.<br />
—Salta a la vista, ¿no? Es más joven <strong>que</strong> yo. Arthur só<strong>lo</strong> tiene veinticinco años. ¡Es<br />
un niño!<br />
—Oye..., pues tiene la misma edad <strong>que</strong> yo. Por cierto, ¿cuántos años tienes tú?<br />
—Veintinueve.<br />
La carcajada <strong>que</strong> suelto provoca <strong>que</strong> varias personas nos miren.<br />
—¿Y por cuatro años piensas eso? Venga ya, Marta, por favor: te consideraba más<br />
moderna para no preocuparte por la chorrada de la edad. ¿Desde cuándo el amor tiene<br />
edad? Y antes de <strong>que</strong> digas nada, quiero <strong>que</strong> sepas <strong>que</strong> si tu hermano fuera más pe<strong>que</strong>ño<br />
<strong>que</strong> yo y a mí me gustara, no me pararía nada. Absolutamente nada. Por<strong>que</strong>, como dice mi<br />
padre, la vida... ¡es para vivirla!<br />
Nos reímos las dos, y cuando va a responder, escuchamos a nuestras espaldas:<br />
—Marta, qué bueno verte por aquí.<br />
Ambas nos volvemos y nos encontramos a dos hombres y una mujer. El<strong>lo</strong>s, muy<br />
monos, por cierto. Marta sonríe, se levanta y <strong>lo</strong>s abraza. Segundos después, mirándome a<br />
mí, dice:<br />
—Judith, te presento a Anita, Reinaldo y Klaus. El<strong>lo</strong>s trabajan conmigo en el<br />
hospital y Anita tiene una maravil<strong>lo</strong>sa y exclusiva tienda de moda.<br />
Se sientan con nosotras y, olvidándome de mis problemas, me centro en conocer a<br />
esos muchachos, <strong>que</strong> rápidamente nos hacen reír. Reinaldo es cubano y sus expresiones tan<br />
latinas me encantan. Mi móvil suena. Es Eric. Sin <strong>que</strong>rer evitar<strong>lo</strong>, <strong>lo</strong> cojo, y todo <strong>lo</strong> seria<br />
<strong>que</strong> puedo contesto:<br />
—Dime, Eric.