02.12.2014 Views

Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Gracias. Lo tendré en cuenta —sonrío, encantada.<br />

Al final, las tres nos reímos. Está claro <strong>que</strong> Eric con nosotras a su lado nunca tendrá<br />

tranquilidad.<br />

Entre risas y confidencias me entero de <strong>que</strong> el mencionado Trevor es el dueño de la<br />

escuela de paracaidismo <strong>que</strong> está a las afueras de Múnich. Eso llama poderosamente mi<br />

atención. Me encantaría hacer un curso de caída libre. Pero de pronto, mientras las escucho<br />

hablar sobre a<strong>que</strong>l viaje a Suiza, me doy cuenta de <strong>que</strong> en dos días ¡es Nochevieja! E<br />

incapaz de callar, pregunto:<br />

—¿Regresarás para Nochevieja?<br />

Ambas me miran, y Sonia responde:<br />

—No, cie<strong>lo</strong>. La pasaré en Suiza con Trevor.<br />

—¿Eric y Flyn la pasarán so<strong>lo</strong>s? —inquiero, pestañeando boquiabierta.<br />

Las dos asienten.<br />

—Sí —me aclara Marta—. Yo tengo planes y mamá también.<br />

Mi cara debe de ser un poema por<strong>que</strong> Sonia se ve obligada a decir:<br />

—Desde <strong>que</strong> murió mi hija Hannah, esa noche dejó de ser especial para todos, sobre<br />

todo para mí. Eric <strong>lo</strong> entiende y es él quien se <strong>que</strong>da con Flyn. —Y cambiando rápidamente<br />

de tema, cuchichea—: ¡Oh, Marta, ¿qué me llevo a Suiza?!<br />

Durante un rato las sigo escuchando mientras pienso <strong>que</strong> mi padre nunca en la vida,<br />

ni por el más remoto pensamiento, nos dejaría solas a mi hermana o a mí con mi sobrina en<br />

una noche tan especial. Una gracia de Marta, de pronto, me hace sonreír, y nuestra<br />

conversación se corta cuando aparece Eric con el pe<strong>que</strong>ño de la mano.<br />

Él, <strong>que</strong> no es tonto, nos mira a las tres. Está claro <strong>que</strong> hablábamos de algo <strong>que</strong> no<br />

<strong>que</strong>remos <strong>que</strong> sepa, y Marta, para disimular, se levanta a saludar<strong>lo</strong> justo en el momento en<br />

<strong>que</strong> Sonia me mira y murmura:<br />

—Ni una palabra de <strong>lo</strong> aquí hablado a mi <strong>siempre</strong> enfadado hijo. Guárdanos el<br />

secreto, ¿vale, cie<strong>lo</strong>?<br />

Contesto con una señal afirmativa casi imperceptible mientras observo <strong>que</strong> Eric<br />

sonríe ante algo <strong>que</strong> Flyn le acaba de decir.<br />

Veinte minutos después, <strong>lo</strong>s cinco, reunidos alrededor de la mesa del comedor,<br />

degustamos una rica comida alemana. Todo está buenísimo.<br />

A las tres y media, estamos todos sentados en el salón charlando cuando veo <strong>que</strong><br />

Eric mira el re<strong>lo</strong>j, se levanta, se acerca y, agachándose a mi lado, dice clavando sus<br />

impresionantes ojos azules en mí:<br />

—Cariño, tengo <strong>que</strong> estar dentro de una hora en el polideportivo de Oberföhring.<br />

No sé si el ba<strong>lo</strong>ncesto te gusta, pero me alegraría <strong>que</strong> te vinieras conmigo y vieras el<br />

partido.<br />

Su voz, su cercanía y la forma de decir «cariño» hacen levantar el vue<strong>lo</strong> a las miles<br />

de maripositas <strong>que</strong> habitan en mi interior. Deseo besar<strong>lo</strong>. Deseo <strong>que</strong> me bese. Pero no es el<br />

mejor lugar para desatar toda la pasión contenida. Eric, sin necesidad de <strong>que</strong> yo hable, sabe<br />

<strong>lo</strong> <strong>que</strong> pienso. Lo intuye. Al final, asiento, encantada, y él sonríe.<br />

—Yo también quiero ir —oigo <strong>que</strong> dice Flyn.<br />

Eric deja de mirarme. Nuestro momento se ha roto, y presta atención al pe<strong>que</strong>ño.<br />

—Por supuesto. Ponte el abrigo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!