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Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

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31<br />

Con el transcurrir de <strong>lo</strong>s días, mi cara vuelve a ser <strong>lo</strong> <strong>que</strong> era, y cuando el doctor me<br />

quita <strong>lo</strong>s puntos de la barbilla ante la atenta mirada de Eric, sonríe al ver la obra de arte <strong>que</strong><br />

ha hecho. No se notan, y eso me hace feliz.<br />

La casa, tras la llegada de Susto y Calamar, se ha vuelto una casa llena de risas,<br />

ladridos y <strong>lo</strong>cura. Eric, <strong>lo</strong>s primeros días, protesta. Encontrarse meadas de Calamar en el<br />

sue<strong>lo</strong> le pone de mal humor, pero al final claudica. Susto y Calamar <strong>lo</strong> adoran, y él <strong>lo</strong>s<br />

adora a el<strong>lo</strong>s.<br />

Muchas mañanas cuando me levanto me gusta asomarme a la ventana y ahí está mi<br />

Iceman, lanzándole un pa<strong>lo</strong> a Susto, para <strong>que</strong> éste corra tras él. El animal <strong>lo</strong> ha tomado<br />

como costumbre. Antes de <strong>que</strong> él se vaya a trabajar, le lleva un pa<strong>lo</strong> a sus pies, y Eric juega<br />

y sonríe. Algunos fines de semana convenzo a Eric y a Flyn para pasear por el campo<br />

nevado con <strong>lo</strong>s animales. Susto <strong>lo</strong> agradece, y Eric juega con él mientras Flyn corretea a<br />

nuestro alrededor con su mascota. Me emociona todo. En especial, cuando veo cómo Eric<br />

se agacha y abraza a Susto. Mi frío y duro Iceman se va descongelando a cada día <strong>que</strong> pasa,<br />

y cada día me enamora más.<br />

También he acompañado en varias ocasiones a Eric al campo de tiro olímpico.<br />

Sigue sin gustarme el rollito de las armas, pero disfruto al ver <strong>lo</strong> bien <strong>que</strong> él <strong>lo</strong> hace. Me<br />

siento orgul<strong>lo</strong>sa. Una de las mañanas <strong>que</strong> estamos ahí me presenta a unos amigos, y uno de<br />

el<strong>lo</strong>s pregunta si soy española. Directamente, niego con la cabeza e indico: «¡Brasileña!».<br />

De inmediato el hombre dice: «Samba, caipirinha». Yo asiento y me río. Está visto <strong>que</strong>,<br />

dependiendo de dónde seas, te persigue un sambenito. Eric me mira sorprendido y al final<br />

sonríe. Esa noche, cuando me hace el amor, cuchichea con sorna en mi oído:<br />

—Vamos, brasileña, baila para mí.<br />

Flyn ha avanzado mucho con el skate y <strong>lo</strong>s patines. El tío es listo y aprende<br />

rápidamente. Lo hacemos a escondidas, cuando Eric no está. Si nos viera, ¡nos mataría!<br />

Simona sonríe y Norbert refunfuña. Me advierte <strong>que</strong> el señor se enfadará cuando <strong>lo</strong> sepa.<br />

Sé <strong>que</strong> tiene razón, pero ya no puedo parar mis enseñanzas con el crío. Su trato conmigo ha<br />

cambiado, y <strong>ahora</strong> me busca y pide mi ayuda continuamente.<br />

Eric, en ocasiones, nos observa, y sabe <strong>que</strong> entre nosotros ha ocurrido algo para <strong>que</strong><br />

se haya obrado ese cambio en el pe<strong>que</strong>ño. Cuando pregunta, <strong>lo</strong> achaco a la llegada de <strong>lo</strong>s<br />

animales a la casa. Él asiente, pero sé <strong>que</strong> no <strong>lo</strong> convence. No pregunta más.<br />

El primer día <strong>que</strong> puedo salir a escondidas con Jurgen a desfogarme con la moto es<br />

una pasada. Tantos días de inactividad en casa casi me vuelven <strong>lo</strong>ca, por <strong>lo</strong> <strong>que</strong> salto,<br />

derrapo y grito con Jurgen y <strong>lo</strong>s amigos de éste por <strong>lo</strong>s caminos de cabras de las afueras de<br />

Múnich. Pienso en Eric. Debo contárse<strong>lo</strong>. El problema es <strong>que</strong> no encuentro nunca el

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