Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
y murmuro al recordar una palabra de «Locura esmeralda».<br />
—Ahora me vas a coger tú, Dexter.<br />
Eric me mira, sorprendido. Dexter me mira, boquiabierto. ¿De qué hab<strong>lo</strong>?<br />
Ninguno de <strong>lo</strong>s dos entiende <strong>lo</strong> <strong>que</strong> digo. A Dexter no le funciona su aparatito.<br />
¿Cómo <strong>lo</strong> va a hacer? Tras explicarle a Eric mi propósito, sonríe. Con su ayuda, sentamos a<br />
Dexter en una silla sin brazos, y le atamos uno de <strong>lo</strong>s penes vibratorios con arnés a la<br />
cintura. Divertido, Dexter mira el pene <strong>que</strong> ha <strong>que</strong>dado erecto ante él y se mofa.<br />
—¡Dios, cuánto tiempo sin verme así!<br />
Sin más, beso a Eric. Mi cu<strong>lo</strong> <strong>que</strong>da a la altura de Dexter, y Eric me abre las cachas<br />
y le tienta para <strong>que</strong> mueva mi joya anal. Lo hace. Dexter entra en el juego y me pellizca las<br />
nalgas para enrojecérmelas. Eric me besa, y susurra en mi boca:<br />
—Me vuelves <strong>lo</strong>co, cariño.<br />
Sonrío. Eric sonríe. Mira a su amigo y le pide:<br />
—Dexter, ofréceme a mi mujer.<br />
El hombre me coge de la mano, me sienta sobre él y me abre las piernas. Toca con<br />
su mano mi joya y murmura en mi oreja:<br />
—Diosa..., eres caliente. Me encanta tu entrega.<br />
Sonrío, y cuando la boca de Eric se posa en mi vagina, me contraigo. Dexter me<br />
sujeta, y yo me muevo mientras jadeo y grito por las maravil<strong>lo</strong>sas cosas <strong>que</strong> mi amor me<br />
hace. Pero dispuesta a calentar<strong>lo</strong>s aún más a <strong>lo</strong>s dos, susurro:<br />
—Sí... Ahí... Sigue... Sigue... Más... ¡Oh, sí!... Me gusta... Sí...Sí.<br />
Eric toca con su lengua mi clítoris una y otra vez. Lo rodea, <strong>lo</strong> coge con sus labios y<br />
tira de él, mientras Dexter me ofrece y toca mis pechos. Con la punta de sus dedos <strong>lo</strong>s<br />
endurece, <strong>lo</strong>s pellizca. Mi Iceman se ocupa de mi vagina y de arrancarme <strong>lo</strong>cos gemidos de<br />
placer. La respiración de Dexter se acelera por momentos, y cuando Eric me coge en<br />
volandas y me penetra, <strong>lo</strong>s tres jadeamos. Mi amor me apoya contra la pared para hundirse<br />
en mí una y otra vez con fuerza, hasta <strong>que</strong> <strong>lo</strong>s dos finalmente nos corremos. Gustosa y<br />
altamente excitada, miro a Dexter, <strong>que</strong> está aca<strong>lo</strong>rado. Y acercándome a él, musito:<br />
—Ahora tú.<br />
A horcajadas me siento sobre él y me introduzco el pene del arnés. Le doy al mando<br />
a distancia, y éste vibra. Sonrío. Dexter sonríe. Como una diosa del cine porno, me muevo<br />
una y otra vez en busca de mi propio disfrute, mientras me restriego contra él y mis pechos<br />
bambolean y le tientan cerca de su boca. Dexter, con sus manos, me sujeta la cintura y<br />
comienza a bailar al mismo son <strong>que</strong> yo. Con fuerza me empala una y otra vez en el arnés<br />
mientras yo chil<strong>lo</strong> gustosa y en<strong>lo</strong><strong>que</strong>cida por la dureza de eso.<br />
Eric, pendiente de nosotros, está a nuestro lado. No dice nada. Só<strong>lo</strong> nos observa<br />
mientras Dexter con fuerza me agarra y me clava una y otra vez en él. Deseosa y excitada,<br />
grito:<br />
—Así... Cógeme así... ¡Oh, sí!<br />
Mi vagina está totalmente abierta alrededor del arnés y jadeo, mirándole a <strong>lo</strong>s ojos.<br />
—Vamos, Dexter, demuéstrame cuánto me deseas.<br />
Mis palabras le avivan. Su deseo crece y siento <strong>que</strong> se le nubla la mente. Dexter,<br />
aca<strong>lo</strong>rado, me empala sobre el arnés. Lo disfruta. Lo veo en sus ojos. El aire escapa de su<br />
boca.<br />
—No te detengas... ¡No pares! —grito.<br />
Dexter no podría haberse detenido aun<strong>que</strong> <strong>lo</strong> hubiera <strong>que</strong>rido, y cuando me aprieta<br />
una última vez contra el arnés y suelta un gruñido de satisfacción, sé <strong>que</strong> he conseguido mi