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Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

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hotel. ¡Genial!<br />

Cuando cuelgo, aburrida y sin saber qué hacer, me meto en la habitación <strong>que</strong> Eric<br />

dice <strong>que</strong> es mía y me pongo a sacar de las cajas mis CD de música. Al ver el CD de Malú<br />

<strong>que</strong> tan buenos recuerdos me trae, decido poner<strong>lo</strong> en mi pe<strong>que</strong>ño equipo de música.<br />

Sé <strong>que</strong> faltaron razones..., sé <strong>que</strong> sobraron motivos.<br />

Contigo por<strong>que</strong> me matas... y <strong>ahora</strong> sin ti ya no vivo.<br />

Tú dices blanco..., yo digo negro.<br />

Tú dices voy..., yo digo vengo.<br />

Mientras tarareo esa canción <strong>que</strong> para mí y mi <strong>lo</strong>co amor es tan importante,<br />

continúo sacando cosas de las cajas. Miro con cariño mis libros y comienzo a co<strong>lo</strong>car<strong>lo</strong>s en<br />

las estanterías <strong>que</strong> he comprado para el<strong>lo</strong>s.<br />

De pronto, la puerta de la habitación se abre de par en par, y Flyn dice muy<br />

enfadado:<br />

—Quita la música. Me molesta.<br />

Lo miro sorprendida.<br />

—¿Te molesta?<br />

—Sí.<br />

Resop<strong>lo</strong>. La música no le puede molestar. No está tan alta como para el<strong>lo</strong>, pero<br />

dispuesta a ser condescendiente me levanto y bajo dos puntos el volumen del equipo.<br />

Regreso junto a la estantería y cojo <strong>lo</strong>s libros <strong>que</strong> he dejado en el sue<strong>lo</strong>. Con el rabil<strong>lo</strong> del<br />

ojo, veo <strong>que</strong> el mocoso se dirige hacia el equipo y, de un manotazo, para la música y se<br />

marcha.<br />

«La madre <strong>que</strong> <strong>lo</strong> parió. Me está buscando y me va a encontrar.»<br />

Dejo <strong>lo</strong>s libros sobre una mesa, me acerco al equipo y pongo de nuevo la música. El<br />

niño, <strong>que</strong> salía por la puerta en ese instante, se para, me mira como si quisiera matarme y<br />

grita:<br />

—¡¿Por qué no te vas a tu casa?!<br />

—¡¿Qué?!<br />

—Vete, y deja de molestar.<br />

Me muerdo la lengua. ¡Oh, sí! Mejor me la muerdo por<strong>que</strong> como me deje llevar por<br />

mi genio, ese enano gruñón se va a enterar de cómo se enfada una española. Con mal gesto<br />

llega hasta el equipo de música. Lo para. Saca el CD y sin decir nada se encamina hacia la<br />

cristalera, abre la puerta y tira el CD al exterior.<br />

¡Dios, mi CD de Malú!<br />

¡Lo mato, <strong>lo</strong> mato, <strong>lo</strong> matooooooooooooo!<br />

Sin pensar<strong>lo</strong> salgo al exterior en su busca. Lo cojo de la nieve como si se tratara de<br />

mi bebé, <strong>lo</strong> limpio con mi camiseta mientras me acuerdo de todos <strong>lo</strong>s antepasados de ese<br />

pe<strong>que</strong>ño cabroncete y, cuando me doy la vuelta, oigo el clic de la puerta al cerrarse.<br />

Cierro <strong>lo</strong>s ojos mientras murmuro:<br />

—¡Por favor, Dios mío, dame paciencia!<br />

Hace frío, mucho frío, y desde el exterior toco a la puerta.<br />

—Flyn, abre <strong>ahora</strong> mismo, por favor.<br />

El pe<strong>que</strong>ño demonio me mira. Sonríe con maldad, se da la vuelta y tras tirar <strong>lo</strong>s

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