Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
hacer <strong>lo</strong> mismo. Por <strong>lo</strong> tanto, <strong>lo</strong> he castigado sin sexo.<br />
—Pero ¿só<strong>lo</strong> contigo o con todas las mujeres?<br />
Esto me alerta.<br />
No <strong>lo</strong> he concretado, pero estoy segura de <strong>que</strong> él me ha entendido <strong>que</strong> es con todas.<br />
¡TODAS! Frida, al ver mi gesto, se ríe.<br />
—Oye, y cuando él te ha castigado, ¿con qué <strong>lo</strong> hizo?<br />
Pienso en sus castigos y me pongo roja como un tomate. Frida sigue riendo.<br />
—No hace falta <strong>que</strong> me <strong>lo</strong>s cuentes. Ya sé por dónde vas.<br />
Su cara de picaruela me hace sonreír.<br />
—Vale..., te <strong>lo</strong> cuento por<strong>que</strong> contigo no me da vergüenza hablar de sexo. La<br />
primera vez <strong>que</strong> me castigó, me llevó a un club de intercambio de parejas y, tras calentarme<br />
y hacerme abrir de piernas para unos hombres, me obligó a regresar al hotel sin <strong>que</strong> nadie,<br />
ni siquiera él, me tocara. La siguiente vez me entregó a una mujer y...<br />
—¡Oh, Diossssssssssss!, me encantan <strong>lo</strong>s castigos de Eric, pero creo <strong>que</strong> el tuyo es<br />
excesivamente cruel.<br />
Viendo la expresión de Frida, al final yo sonrío de nuevo.<br />
—Eso para <strong>que</strong> sepa con quién se las está jugando. Voy a ser su mayor pesadilla y<br />
se va a arrepentir de haberme hecho enfadar.<br />
A la hora de la comida ha parado de l<strong>lo</strong>ver y decidimos ir a uno de <strong>lo</strong>s restaurantes<br />
de Zahara. Como <strong>siempre</strong>, todo está buenísimo, y como no he desayunado tengo un hambre<br />
atroz. Me pongo morada a langostinos, a cazón en adobo y a chopitos. Eric me mira con<br />
sorpresa.<br />
—¿No estabas a régimen?<br />
—Sí —respondo, divertida—, pero hago dos. Con uno me <strong>que</strong>do con hambre.<br />
Mi comentario <strong>lo</strong> hace reír e inconscientemente se acerca a mí y me besa. Acepto su<br />
beso. ¡Oh, Dios!, <strong>lo</strong> necesitaba. Pero cuando se retira añado todo <strong>lo</strong> seria <strong>que</strong> puedo:<br />
—Controle sus instintos, señor Zimmerman, y cumpla su castigo.<br />
Su gesto se vuelve serio y asiente con acritud. Frida me mira y, ante su sonrisa,<br />
gesticu<strong>lo</strong>.<br />
El resto del día <strong>lo</strong> pasamos bien. Estar con Frida para mí es muy divertido y siento<br />
<strong>que</strong> Eric busca mis atenciones. Necesita <strong>que</strong> <strong>lo</strong> bese y <strong>lo</strong> to<strong>que</strong> tanto o más <strong>que</strong> yo, pero me<br />
reprimo. Aún estoy enfadada con él.<br />
Por la noche, regresamos a la casa. Cuando llega la hora de dormir, hago de tripas<br />
corazón y, después de darle un tentador beso en <strong>lo</strong>s labios, me voy a mi habitación; pero<br />
antes de <strong>que</strong> pueda llegar, Eric me coge de la mano,<br />
—¿Hasta cuándo va a durar esto?<br />
Quiero decir <strong>que</strong> se acabó.<br />
Quiero decir <strong>que</strong> ya no puedo más.<br />
Pero mi orgul<strong>lo</strong> me impide claudicar. Le guiño un ojo, me suelto de su mano y me<br />
meto en el dormitorio sin contestar.<br />
Una vez dentro, mis instintos más básicos me gritan <strong>que</strong> abra la puerta y termine<br />
con la tontería del castigo <strong>que</strong> yo solita he impuesto, pero mi pundonor no me deja. Como<br />
la noche anterior, le oigo acercarse a la puerta. Sé <strong>que</strong> quiere entrar, pero al final vuelve a<br />
marcharse.<br />
Por la mañana, la madre de Eric llama por teléfono y le pide <strong>que</strong> regrese<br />
urgentemente a Alemania. La mujer <strong>que</strong> se encarga de cuidar a su sobrino en su ausencia ha<br />
decidido abandonar el trabajo sin previo aviso e irse a vivir con su familia a Viena. Eric se