Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Como una boba, asiento, y mi amiga suelta una risotada.<br />
—Anda..., vayamos a las gradas a animar a nuestros chicos. Por cierto, me encantan<br />
tus botas. ¡Son preciosas y sexies!<br />
Sumida en mis pensamientos, sigo a Frida. Llegamos hasta una puerta y al abrirla<br />
ante mí aparece una bonita pista de ba<strong>lo</strong>ncesto. Ahí está Flyn, sentado en unas gradas<br />
amarillas jugando con su PSP. Al vernos llegar se levanta y sin saludarnos va directo hacia<br />
Glen. El pe<strong>que</strong>ño le gusta. Nos sentamos, y Flyn le pide a Frida <strong>que</strong> le deje al niño. Ella <strong>lo</strong><br />
hace y durante unos minutos observo cómo pone caritas para <strong>que</strong> el pe<strong>que</strong>ño Glen sonría.<br />
La pista se va llenando de gente y de pronto Flyn le entrega el niño a su madre y se<br />
va y se sienta varias gradas más abajo <strong>que</strong> nosotras.<br />
—¿Qué tal con Flyn? —inquiere Frida, mirándome.<br />
Antes de responder, me encojo de hombros.<br />
—Sinceramente, creo <strong>que</strong> no le he caído bien. No ha <strong>que</strong>rido jugar conmigo y<br />
apenas me habla. ¿Es <strong>siempre</strong> así, o só<strong>lo</strong> es conmigo?<br />
Frida se ríe.<br />
—Es un buen niño, pero no es muy comuni<strong>cat</strong>ivo. Fíjate <strong>que</strong> yo <strong>lo</strong> conozco de toda<br />
la vida y con él no habré cruzado más de diez palabras. Es un <strong>lo</strong>co de las maquinitas y <strong>lo</strong>s<br />
juegos. Eso sí, cuando ve a Glen es todo sonrisas. —De pronto, se calla un instante y luego<br />
murmura—: ¡Uf, qué peste! Voy un momento al baño a cambiarle el pañal a esta pe<strong>que</strong>ña<br />
mofetilla o moriremos todos con este o<strong>lo</strong>r.<br />
—¿Quieres <strong>que</strong> te acompañe?<br />
—No, Judith. Quédate aquí. No tardaré.<br />
Cuando se marcha, observo <strong>que</strong> Flyn se per<strong>cat</strong>a de <strong>que</strong> me <strong>que</strong>do sola. Le sonrío<br />
invitándo<strong>lo</strong> a sentarse conmigo, pero él se resiste. No se mueve y me doy por vencida.<br />
Cinco minutos después entra un grupo de mujeres de mi edad, todas monísimas y<br />
perfumadas a más no poder. Se sientan justo delante de mí. Parecen muy animadas mientras<br />
hablan sobre una pelu<strong>que</strong>ría, hasta <strong>que</strong> <strong>lo</strong>s jugadores salen a calentar y me <strong>que</strong>do<br />
boquiabierta al reconocer al <strong>que</strong> va hablando con Eric y Andrés. ¡Es Björn!<br />
Me entran <strong>lo</strong>s ca<strong>lo</strong>res de la muerte. En la pista, a pocos metros de mí, está el hombre<br />
al <strong>que</strong> adoro con toda mi alma, junto a otros dos con <strong>lo</strong>s <strong>que</strong> me ha compartido en la cama.<br />
¡Uf, qué ca<strong>lo</strong>r y qué bochorno! Disimu<strong>lo</strong> y me doy aire con la mano mientras no sé dónde<br />
mirar.<br />
Cuando consigo <strong>que</strong> mi corazón deje de latir a dos mil por hora, miro a la pista y me<br />
vuelvo a poner roja como un tomate cuando veo <strong>que</strong> <strong>lo</strong>s tres hombres me miran y me<br />
saludan. Con timidez, levanto la mano y les respondo. Las mujeres <strong>que</strong> hay delante de mí<br />
creen <strong>que</strong> es a ellas a quienes se dirigen y cuchichean como gallinas mientras saludan<br />
entusiasmadas.<br />
Soy consciente de <strong>que</strong> no puedo apartar mi mirada de mi Iceman particular. Es tan<br />
sexy... Él me mira, bota el balón, me guiña el ojo, y yo sonrío como una boba. ¡Dios...!,<br />
está tan estupendo de amaril<strong>lo</strong> y blanco <strong>que</strong> estoy por gritarle «¡Guapo, guapo y guapo!»<br />
desde mi posición.<br />
Flyn se acerca hasta su tío, y éste, contento, le tira el balón. El niño ríe, y Björn <strong>lo</strong><br />
coge entre sus brazos y le da una voltereta. Durante unos segundos, el pe<strong>que</strong>ño es el centro<br />
de <strong>lo</strong>s juegos de <strong>lo</strong>s hombres y está feliz. Le cambia el gesto y, por primera vez, le veo<br />
sonreír como un niño de su edad.<br />
Cuando Flyn se retira y se sienta en el banquil<strong>lo</strong>, observo orgul<strong>lo</strong>sa cómo Eric se<br />
mueve por la pista. Nunca <strong>lo</strong> había imaginado en el papel de deportista, y só<strong>lo</strong> puedo pensar