Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—Me <strong>lo</strong> ha contado la mujer <strong>que</strong> iba con Betta.<br />
Asiento, sonriendo.<br />
—Por favor, <strong>que</strong> no se entere Eric. No me gustaría darle otro disgusto más.<br />
Todas se muestran de acuerdo y poco después <strong>lo</strong>s chicos salen a la cancha. Como es<br />
de esperar, el mío me vuelve <strong>lo</strong>ca. Verle ágil y activo mientras corre por la pista me pone a<br />
cien. Pero esta vez, a pesar de su empeño, pierden el partido por tres puntos.<br />
Cuando termina, bajamos hasta la pista, y Eric, al verme, me besa. Está sudoroso.<br />
—Voy a ducharme, cariño. En seguida vuelvo.<br />
En la salita donde solemos esperar<strong>lo</strong>s só<strong>lo</strong> estamos Frida y yo. Lora y Gina se han<br />
marchado. Cotilleamos, divertidas, hasta <strong>que</strong> Eric y Andrés salen, y este último dice:<br />
—Preciosa, cambio de planes. Regresamos a casa.<br />
Frida, sorprendida, protesta.<br />
—Pero si hemos <strong>que</strong>dado con Dexter en su hotel.<br />
Andrés asiente con la cabeza, pero indica:<br />
—Anularé la cita. Me ha surgido algo <strong>que</strong> tengo <strong>que</strong> solucionar.<br />
Veo <strong>que</strong> Frida refunfuña.<br />
—¿Quién es Dexter? —pregunto.<br />
La joven me mira, y ante <strong>lo</strong>s atentos ojos de mi Iceman, responde:<br />
—Un amigo con el <strong>que</strong> jugamos cuando viene a Múnich. Eric le conoce también,<br />
¿verdad?<br />
Mi chico asiente.<br />
—Es un tipo genial.<br />
¿Jugar? ¿Sexo? Mi cuerpo se excita y, acercándome a Eric, sondeo:<br />
—¿Por qué no vamos nosotros a esa cita?<br />
Me mira sorprendido, e insisto:<br />
—Me apetece jugar. Venga..., vamos.<br />
Mi Iceman sonríe y mira a Frida; después, me mira a mí y señala:<br />
—Jud, no sé si el juego de Dexter te va a gustar.<br />
Alucinada, <strong>lo</strong> miro y, al ver <strong>que</strong> no dice nada, pregunto a Frida:<br />
—¿Le va el sado?<br />
—No y sí —responde Andrés ante la risa de Eric.<br />
Frida se encoge de hombros.<br />
—A Dexter le gusta dominar, jugar con las mujeres y ordenar. No es sado <strong>lo</strong> suyo.<br />
Es exigente, morboso e insaciable. Yo me <strong>lo</strong> paso genial cuando nos vemos.<br />
Eric saluda con la mano a uno de sus compañeros <strong>que</strong> se marcha y dice,<br />
cogiéndome de la cintura:<br />
—Venga, vámonos a casa.<br />
Yo <strong>lo</strong> miro, <strong>lo</strong> paro e insisto:<br />
—Eric, quiero conocer a Dexter.<br />
Mi Iceman me mira, me mira y me mira, y al final claudica.<br />
—De acuerdo, Jud. Iremos.<br />
Andrés <strong>lo</strong> llama y comenta el cambio de planes. Dexter acepta, encantado.<br />
Entre risas, llegamos a nuestros respectivos coches, nos despedimos y cada pareja<br />
toma su camino. Mi chico y yo nos sumergimos en el tráfico de Múnich. Está callado.<br />
Pensativo. Yo canturreo una canción de la radio y, de pronto, veo <strong>que</strong> se para en una calle.<br />
Me mira y pregunta:<br />
—¿Tan deseosa estás de jugar?