Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
25<br />
Con <strong>lo</strong>s días, la recuperación de Eric es alucinante. Tiene una fortaleza de hierro y,<br />
tras las revisiones pertinentes, sus médicos le dan el alta. Ambos estamos felices y<br />
retomamos nuestras vidas.<br />
Una mañana, cuando se va a trabajar, le pido a Eric <strong>que</strong> me lleve a la casa de su<br />
madre. Mi objetivo es ver el estado de la moto de Hannah. A él no le digo nada, o sé <strong>que</strong><br />
me la va a montar. Cuando Eric se marcha, su madre y yo vamos al garaje. Y tras retirar<br />
varias cajas y ponernos de polvo hasta las cejas, aparece la moto. Es una Suzuki amarilla<br />
RMZ de 250.<br />
Sonia se emociona, coge un casco amaril<strong>lo</strong> y me dice:<br />
—Tesoro, espero <strong>que</strong> te diviertas con ella tanto como mi Hannah se divirtió.<br />
La abrazo y asiento. Calmo su angustia, y cuando se marcha y me deja sola en el<br />
garaje, sonrío. Como era de esperar, la moto no arranca. La batería, tras tanto tiempo sin ser<br />
utilizada, ha muerto. Dos días más tarde aparezco por la casa con una batería nueva. Se la<br />
pongo, y la moto arranca al instante. Encantada por estar sobre una moto, me despido de<br />
Sonia y me encamino hacia mi nueva casa. Disfruto del pi<strong>lo</strong>taje y tengo ganas de gritar de<br />
felicidad. Cuando llego, Simona y Norbert me miran, y este último me avisa:<br />
—Señorita, creo <strong>que</strong> al señor no le va a gustar.<br />
Me bajo de la moto y, quitándome el casco amaril<strong>lo</strong>, respondo:<br />
—Lo sé. Con eso ya cuento.<br />
Cuando Norbert se marcha refunfuñando, Simona se acerca a mí y cuchichea:<br />
—Hoy, en «Locura esmeralda», Luis Alfredo Quiñones ha descubierto <strong>que</strong> el bebé<br />
de Esmeralda Mendoza es suyo y no de Car<strong>lo</strong>s Alfonso. Ha visto en su nalguita izquierda la<br />
misma marca de nacimiento <strong>que</strong> tiene él.<br />
—¡Oh, Dios, y me <strong>lo</strong> he perdido! —protesto, llevándome la mano al corazón.<br />
Simona niega con la cabeza. Sonríe y me confiesa, haciéndome reír:<br />
—Lo he grabado.<br />
Aplaudo, le doy un beso, y corremos juntas al salón para ver<strong>lo</strong>.<br />
Tras ver la horterada de telenovela <strong>que</strong> me tiene enganchada, regreso al garaje.<br />
Quiero hacerle una puesta a punto a la moto antes de usarla con regularidad y acompañar a<br />
Jurgen y sus amigos por <strong>lo</strong>s caminos de tierra a <strong>lo</strong>s <strong>que</strong> el<strong>lo</strong>s van. Lo primero <strong>que</strong> he de<br />
hacer es cambiarle el aceite. Norbert, a regañadientes, va a comprarme aceite para la moto.<br />
Una vez <strong>que</strong> <strong>lo</strong> trae me posiciono en un recoveco del garaje de difícil acceso y comienzo a<br />
hacerle una estupenda puesta a punto tal como me enseñó mi padre.<br />
Tras la visita a Müller y la operación de Eric, decido <strong>que</strong> de momento no quiero<br />
trabajar. Ahora puedo elegir. Quiero disfrutar de esa sensación de plenitud sin prisas,