Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
arbaridad, y Flyn cae en la cama como un ceporro. Tumbados en el sofá del comedor<br />
mientras vemos una película propongo bañarnos en la piscina. Eric tiene <strong>lo</strong>s ojos cerrados y<br />
se niega.<br />
—¿Te pasa algo, cie<strong>lo</strong>?<br />
—No —responde rápidamente.<br />
—¿Te duele la cabeza? —pregunto, preocupada.<br />
Lo miro. Él me mira. De pronto, divertido, me coge como a un saco de patatas y me<br />
lleva hasta ella. Al llegar só<strong>lo</strong> encendemos la luz del interior de la piscina y, cuando no <strong>lo</strong><br />
espera, <strong>lo</strong> empujo y cae vestido al agua. Cuando saca la cabeza, me mira, yo levanto las<br />
cejas y pregunto, risueña:<br />
—¿No me digas <strong>que</strong> te vas a enfadar?<br />
Mi risa <strong>lo</strong> hace reír a él, y más cuando vestida me tiro el agua a su lado. Eric me<br />
agarra y, mientras me hace cosquillas, murmura:<br />
—Morenita, eres una chica muy traviesa.<br />
Sé <strong>que</strong> mis carcajadas por las cosquillas le llenan el alma y <strong>lo</strong> hacen feliz. Durante<br />
un rato, jugamos a hacernos ahogadillas mientras nos vamos quitando la ropa hasta <strong>que</strong>dar<br />
desnudos. Nos besamos. Nos tentamos y, finalmente, nos hacemos el amor.<br />
Nunca <strong>lo</strong> he hecho hasta <strong>ahora</strong> en una piscina, pero es excitante, morboso. Y con<br />
Eric cuchicheándome al oído cosas <strong>que</strong> sabe <strong>que</strong> me ponen cardíaca todavía más.<br />
Tras reponernos le propongo echar carreras en la piscina, pero es imposible. Eric<br />
só<strong>lo</strong> quiere besarme y disfrutar de mí. Veinte minutos después, salimos del agua. Me dirijo<br />
hacia donde sé <strong>que</strong> hay toallas, cojo dos y vuelvo a su lado. Arropados no sentamos en una<br />
bonita hamaca co<strong>lo</strong>r café. La cómoda hamaca es como las <strong>que</strong> suelen estar sujetas a dos<br />
árboles, pero, en su defecto, aquí está enganchada a dos columnas.<br />
Eric se deja caer a mi lado, y abrazada a él, nos movemos y parece <strong>que</strong> estamos<br />
f<strong>lo</strong>tando. Besos, caricias, y cuando me quiero dar cuenta, estoy sobre él devorándole el<br />
pene. Tumbado boca arriba disfruta de mis atenciones, mientras jugueteo con él y le doy<br />
besos pícaros y ardientes. Adoro su pene. Adoro la sensación de tener<strong>lo</strong> en mi boca. Adoro<br />
su suavidad y adoro cómo Eric me toca el pe<strong>lo</strong> y me anima a chupárse<strong>lo</strong>. Pero la<br />
impaciencia le puede. No se sacia nunca. Se levanta, planta <strong>lo</strong>s pies en el sue<strong>lo</strong> a ambos<br />
lados de la hamaca y, dándome la vuelta, murmura en mi oreja mientras me penetra:<br />
—Esto por tirarme a la piscina.<br />
—Te voy a volver a tirar —susurro mientras <strong>lo</strong> recibo.<br />
—Pues te volveré a follar una y otra vez por ser una chica tan mala.<br />
Sonrío. Me muerde el costado mientras con pasión sus manos aprietan mi cintura y<br />
me hace suya una y otra vez.<br />
—Ar<strong>que</strong>a las caderas para mí... Más..., más... —exige, agarrándome del pe<strong>lo</strong>.<br />
Me da un azote <strong>que</strong> resuena en toda la piscina. Yo jadeo. Hago <strong>lo</strong> <strong>que</strong> me pide. Me<br />
ar<strong>que</strong>o y profundiza más en mí. Gustosa de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> me hace, mis jadeos retumban en la sala<br />
mientras, suspendida en la hamaca, voy y vengo ante las fuertes y maravil<strong>lo</strong>sas acometidas<br />
de mi amor. Una hora después, saciados de sexo, nos vamos a nuestra habitación. Tenemos<br />
<strong>que</strong> descansar.<br />
Por la mañana, cuando me levanto y bajo a la cocina, Simona me informa de <strong>que</strong><br />
Eric no ha ido a trabajar y <strong>que</strong> está en su despacho. Sorprendida, voy hasta donde está él y<br />
nada más abrir la puerta y ver su rostro sé <strong>que</strong> está mal. Me asusto, pero, cuando me acerco<br />
a él, dice:<br />
—Jud, no me agobies, por favor.