Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
algo <strong>que</strong> me deja atónita.<br />
—¿Churros? ¿Esto son churros?<br />
Él asiente con una grata sonrisa mientras cojo uno, <strong>lo</strong> mojo en azúcar y le doy un<br />
mordisco.<br />
—¡Mmm, qué rico! —Y al mirar mis dedos, susurro—: Con su grasita y todooooo.<br />
La carcajada de Eric retumba en la habitación.<br />
¡Oh, Dios!, comer un churro en Alemania es como poco ¡alucinante!<br />
—Pero ¿dónde has comprado esto? —inquiero, aún sorprendida.<br />
Con una megagigante sonrisa, Eric coge otro churro y le da un mordisco.<br />
—Le comenté a Simona <strong>que</strong> <strong>lo</strong>s churros eran algo muy típico en España y <strong>que</strong> te<br />
gustaban mucho para desayunar. Y ella, no sé cómo, te <strong>lo</strong>s ha hecho.<br />
—¡Vaya, qué pasada! —exclamo, encantada—. Cuando le cuente a mi padre <strong>que</strong> he<br />
desayunado café con churros en Alemania se va a <strong>que</strong>dar a cuadros.<br />
Eric sonríe y yo también mientras comenzamos a comer churros. Cuando me voy a<br />
limpiar con la servilleta, al cogerla, el anil<strong>lo</strong> <strong>que</strong> le devolví a Eric en la oficina aparece ante<br />
mí.<br />
—Vuelves a ser mi novia y quiero <strong>que</strong> <strong>lo</strong> lleves.<br />
Lo miro. Me mira. Sonrío. Sonríe, y mi <strong>lo</strong>co amor coge el anil<strong>lo</strong> y me <strong>lo</strong> pone en el<br />
dedo. Después, me da un beso en la mano y murmura con voz ronca:<br />
—Vuelves a ser toda mía.<br />
Mi cuerpo se calienta. Lo adoro. Lo beso en <strong>lo</strong>s labios y, cuando me separo de él,<br />
cuchicheo:<br />
—Por cierto, novio mío —sonríe—, ¿puedo preguntarte algo de Flyn?<br />
—Por supuesto.<br />
Tras tragar el rico churro, clavo mi mirada en él y pregunto:<br />
—¿Por qué no me habías dicho <strong>que</strong> tu sobrino Flyn es chino?<br />
Eric suelta una carcajada.<br />
—No es chino. Es alemán. No <strong>lo</strong> llames chino, o <strong>lo</strong> enfadarás mucho. No sé por qué<br />
odia esa palabra. Mi hermana Hannah se fue a vivir a Corea durante dos años. Allí conoció<br />
a Lee Wan. Cuando se <strong>que</strong>dó embarazada, Hannah decidió regresar a Alemania para tener a<br />
Flyn aquí. Por <strong>lo</strong> tanto, ¡es alemán!<br />
—¿Y el padre de Flyn?<br />
Eric tuerce el gesto.<br />
—Era un hombre casado y nunca quiso saber nada de él. —Hago una señal de<br />
asentimiento, y sin yo esperar<strong>lo</strong>, él continúa—: Tuvo un padre en Alemania durante dos<br />
años. Mi hermana salió con un tipo llamado Leo. El crío <strong>lo</strong> adoraba, pero cuando ocurrió <strong>lo</strong><br />
de mi hermana, ese imbécil no quiso volver a saber nada de él. Me dejó claro <strong>lo</strong> <strong>que</strong><br />
<strong>siempre</strong> había pensado: estaba con mi hermana por su dinero.<br />
Decido no preguntar más. No debo. Sigo comiendo, y Eric me besa en la frente.<br />
Durante unos segundos nos miramos y sé <strong>que</strong> ha llegado el momento de hablar sobre <strong>lo</strong> <strong>que</strong><br />
me ronda por la cabeza. Antes, tomo un sorbo de café.<br />
—Eric, mañana es Nochevieja, y yo...<br />
No me deja continuar.<br />
—Sé <strong>lo</strong> <strong>que</strong> vas a decir —asegura, poniendo un dedo en mi boca—. Quieres<br />
regresar a España para pasar la Nochevieja con tu familia, ¿verdad?<br />
—Sí. —Eric asiente, y yo prosigo—: Creo <strong>que</strong> debería irme hoy. Mañana es<br />
Nochevieja y..., bueno, tú me entiendes.