Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
28<br />
Tras la comida, Marta me deja en la casa de Eric. Simona me indica <strong>que</strong> Flyn está<br />
haciendo <strong>lo</strong>s deberes en su sala de juegos y <strong>que</strong> ella se va con Norbert al supermercado. Ha<br />
grabado el capítu<strong>lo</strong> de «Locura esmeralda» y más tarde <strong>lo</strong> veremos. Asiento, subo a la<br />
habitación y me cambio de ropa. Me pongo una camiseta y un pantalón de algodón gris<br />
para estar por casa y decido ir a ver cómo está el niño.<br />
Cuando abro la puerta, me mira. Por su gesto, está enfadado. Pero vamos, eso no me<br />
extraña. Vive enfadado. Me acerco a él y le revuelvo el pe<strong>lo</strong>.<br />
—¿Qué tal hoy en el cole?<br />
El crío mueve al cabeza para <strong>que</strong> <strong>lo</strong> deje de tocar y responde:<br />
—Bien.<br />
Veo <strong>que</strong> su labio está mejor <strong>que</strong> ayer. Niego con la cabeza. Esto no puede continuar<br />
así y, agachándome para estar a su altura, murmuro:<br />
—Flyn, no debes permitir <strong>que</strong> <strong>lo</strong>s chicos te sigan haciendo <strong>lo</strong> <strong>que</strong> te hacen. Debes<br />
defenderte.<br />
—Sí, claro, y cuando <strong>lo</strong> hago, mi tío se enfada —espeta furioso.<br />
Recuerdo <strong>lo</strong> <strong>que</strong> me contó Eric y asiento.<br />
—Vamos a ver, Flyn, entiendo <strong>lo</strong> <strong>que</strong> dices. No sé bien qué ocurrió ayer para <strong>que</strong> a<br />
ese muchacho le tuvieran <strong>que</strong> dar puntos.<br />
El niño no me mira, pero por <strong>lo</strong> tieso <strong>que</strong> se ha puesto intuyo <strong>que</strong> le molesta <strong>lo</strong> <strong>que</strong><br />
digo.<br />
—Escucha, tú no debes permitir <strong>que</strong>...<br />
—¡Cállate! —grita, airado—. No sabes nada. ¡Cállate!<br />
—Vale. Me callaré. Pero quiero <strong>que</strong> sepas <strong>que</strong> estoy al corriente de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> pasa. Lo<br />
he visto. He visto cómo esos supuestos amiguitos tuyos <strong>que</strong> van contigo en el coche,<br />
cuando desaparece Norbert, te empujan y se burlan de ti.<br />
—No son mis amigos.<br />
—Eso no hace falta <strong>que</strong> me <strong>lo</strong> jures —me mofo—. Ya me he dado cuenta. Lo <strong>que</strong><br />
no comprendo es por qué no se <strong>lo</strong> explicas a tu tío.<br />
Flyn se levanta. Me empuja para sacarme de la habitación y me echa. Cuando cierra<br />
la puerta en mis narices, mi primer instinto es abrirla y cantarle las cuarenta, pero tras<br />
pensar<strong>lo</strong> decido dejar<strong>lo</strong>. Ya le he dicho <strong>que</strong> <strong>lo</strong> sé. Ahora debo esperar a <strong>que</strong> me pida ayuda.<br />
Mi móvil suena. Es Eric.<br />
Encantada, hab<strong>lo</strong> con él durante más de una hora. Me pregunta por mi día, yo a él<br />
por el suyo, y después nos dedicamos a decirnos cosas bonitas y calientes. Lo adoro. Le<br />
quiero. Lo echo de menos. Antes de colgar, dice <strong>que</strong> me volverá a llamar cuando llegue al