Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
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emociona, y <strong>lo</strong>s ojos se me llenan de lágrimas.<br />
Pero cuando acaban la canción aplaudo, y rápidamente Flyn, <strong>que</strong> ha entrado en el<br />
juego <strong>que</strong> yo <strong>que</strong>ría, pide <strong>que</strong> yo cante uno en español. Mi mente va rápida, e intento pensar<br />
qué villancico él ha podido escucharle a Sonia y me arranco con Los peces en el río.<br />
Acierto, y el niño y Eric me siguen, y cantamos entre palmas.<br />
Pero mira cómo beben <strong>lo</strong>s peces en el río,<br />
pero mira cómo beben por ver a Dios nacido<br />
Beben, y beben, y vuelven a beber,<br />
<strong>lo</strong>s peces en el río por ver a Dios nacer.<br />
Cuando acabamos, esta vez son Simona y Norbert quienes nos aplauden, y nosotros<br />
nos sumamos a <strong>lo</strong>s aplausos.<br />
¡Qué momento tan bonito y familiar!<br />
Eric descorcha una botella de champán, llena todas las bonitas copas y a Flyn le<br />
pone zumo de piña. Todos brindamos por san Silvestre.<br />
Cuando Simona se empeña en recoger la mesa, quiero ayudarla. Al principio, ella y<br />
Norbert se <strong>que</strong>jan, pero al final desisten al escuchar a Eric decir:<br />
—Simona, si Jud ha dicho <strong>que</strong> te ayuda, nada la va a detener.<br />
La mujer se da por vencida y, encantada, la ayudo. Consigo <strong>que</strong> Norbert se <strong>que</strong>de<br />
con Eric y Flyn en el salón, hablando. Cuando regreso para quitar <strong>lo</strong>s últimos platos,<br />
Simona me susurra:<br />
—No, señorita Judith..., esos platos hay <strong>que</strong> dejar<strong>lo</strong>s sobre la mesa hasta bien<br />
entrada la madrugada. En Alemania es tradición dejar las sobras de <strong>lo</strong> cenado en la mesa.<br />
Eso nos asegura <strong>que</strong> el año <strong>que</strong> viene tendremos la despensa bien llena.<br />
Inmediatamente, suelto <strong>lo</strong>s platos con alegría.<br />
—Pues ¡ea! ¡Todo sea por la despensa llena!<br />
Durante un rato <strong>lo</strong>s cinco nos reímos mientras contamos anécdotas graciosas. Entre<br />
risas me comentan <strong>que</strong> allí es tradición un juego llamado Bleigiessen, y sorprendida<br />
escucho <strong>que</strong> se venden kits de Bleigiessen con <strong>lo</strong>s significados.<br />
El Bleigiessen es un ritual para predecir o adivinar el futuro. Se funde p<strong>lo</strong>mo en una<br />
cuchara con el fuego de una vela y, una vez fundido, las gotas de p<strong>lo</strong>mo se echan a un<br />
recipiente con agua fría y se deja <strong>que</strong> endurezcan. Cada persona coge luego una de esas<br />
formas y, con la ayuda del kit, predice su futuro.<br />
—Si el p<strong>lo</strong>mo tiene forma de mapa —dice Flyn, gozoso—, es <strong>que</strong> vas a viajar<br />
mucho.<br />
—Si tiene forma de f<strong>lo</strong>r —indica Norbert—, significa <strong>que</strong> habrá nuevos amigos.<br />
—Y si sale en forma de corazón —explica sonriendo Simona—, es <strong>que</strong> el amor<br />
llegará pronto.<br />
Eric está disfrutando. Lo veo en su cara y en su forma de sonreír. Finalmente, se<br />
levanta de la mesa, nos invita a todos a sentarnos en el sillón y dice mientras pone la<br />
televisión:<br />
—Jud, en Alemania hay otra tradición. Resulta algo extraña, pero es una tradición.<br />
—¿Ah, sí? ¿Y cuál es? —pregunto, curiosa.<br />
Todos sonríen, y Eric, tras darme un dulce beso en la mejilla, indica: