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Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_

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40<br />

Una mañana, tras mil indecisiones, llamo por teléfono a las oficinas de Müller y<br />

hab<strong>lo</strong> con Gerardo. El hombre, encantado de hablar conmigo, me indica <strong>que</strong> esperaba mi<br />

llamada. Le pregunto por Miguel y me dice <strong>que</strong> está de viaje y regresa el lunes. Después<br />

hablamos de trabajo y me pregunta qué día me voy a reincorporar. Es miércoles. Decido<br />

comenzar a trabajar el lunes. Él acepta. Cuando cuelgo, el corazón me late acelerado. Voy a<br />

regresar al lugar donde todo empezó.<br />

El viernes voy al <strong>lo</strong>cal de tatuajes de mi amigo Nacho. Cuando me ve en la puerta,<br />

abre <strong>lo</strong>s brazos, y yo corro a su encuentro. Esa noche nos vamos de copeteo y terminamos a<br />

las tantas.<br />

El domingo por la noche no duermo. Al día siguiente regreso a Müller. Cuando el<br />

despertador suena, me levanto. Me ducho y después cojo mi coche y me dirijo a la empresa.<br />

En el parking mi corazón comienza a bombear con fuerza, pero cuando, tras pasar por<br />

personal, regreso a mi despacho, el corazón se me sale por la boca. Estoy nerviosa. Muy<br />

nerviosa.<br />

Varios compañeros, al verme, corren a saludarme. Todos parecen felices por el<br />

reencuentro y yo les agradezco esa deferencia. Cuando me <strong>que</strong>do sola, miles de recuerdos<br />

llegan a mí. Me siento a mi mesa, pero mis ojos vuelan a mi derecha, al despacho de Eric,<br />

de mi <strong>lo</strong>co y sexy señor Zimmerman. Sin <strong>que</strong>rer remediar<strong>lo</strong> me dirijo a él, abro la puerta y<br />

miro a mi alrededor. Todo está como el día <strong>que</strong> me fui. Paseo mi mano por la mesa <strong>que</strong> él<br />

ha tocado y, cuando entro en el archivo, siento ganas de l<strong>lo</strong>rar. Cuántos buenos, bonitos y<br />

morbosos momentos he pasado con él aquí.<br />

Cuando escucho ruido en el despacho de al lado presupongo <strong>que</strong> ha llegado mi jefe.<br />

Con cuidado salgo del archivo por el antiguo despacho de Eric y regreso a mi mesa. Me<br />

estiro la cha<strong>que</strong>ta de mi traje azul, levanto el mentón y decido presentarme. Llamo a la<br />

puerta y al entrar con <strong>lo</strong>s ojos como platos susurro:<br />

—¡¿Miguel?!<br />

Sin importarme quién nos pueda ver, me acerco a él y <strong>lo</strong> abrazo. Esa sorpresa sí <strong>que</strong><br />

no me la esperaba. Mi antiguo compañero, el guaperas de Miguel, ¡es mi jefe! Tras el<br />

efusivo abrazo <strong>que</strong> nos damos, Miguel me mira y en mofa dice:<br />

—Ni <strong>lo</strong> sueñes, preciosa. Yo no tengo líos con mi secretaria.<br />

Eso me hace reír. Me siento en la silla y él se sienta al lado.<br />

—Pero ¿desde cuándo eres el jefe? —pregunto, alucinada.<br />

Miguel, <strong>que</strong> sigue tan guapo como <strong>siempre</strong>, responde:<br />

—Desde hace un par de meses.<br />

—¿En serio?

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