Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
Pideme-lo-que-quieras-ahora-y-siempre-Megan-Maxwellcrispetes.cat_
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Eso me gusta. El <strong>que</strong> me pida algo así puede conmigo, y claudico.<br />
—A las cuatro en el Jardín Inglés, al lado del puesto donde compramos <strong>lo</strong>s bo<strong>cat</strong>as<br />
el día en <strong>que</strong> fuimos con Flyn, ¿vale?<br />
—De acuerdo.<br />
Cuando cuelgo, sonrío. Tengo una cita con él. Me ducho. Me pongo una falda larga,<br />
una camiseta y el abrigo de cuero. Cojo un taxi, y cuando llego, <strong>lo</strong> veo esperándome. El<br />
corazón me palpita con fuerza. Si me abraza y me pide <strong>que</strong> vuelva con él, no voy a poder<br />
decirle <strong>que</strong> no. Lo quiero demasiado a pesar de <strong>lo</strong> enfadada <strong>que</strong> estoy con él por no<br />
haberme contado <strong>lo</strong> de mi hermana y saber <strong>que</strong> acudió acompañado a la fiesta. Cuando<br />
llego a su altura, <strong>lo</strong> miro y, dispuesta a ponérse<strong>lo</strong> fácil, digo:<br />
—Aquí me tienes. ¿Qué quieres?<br />
—Tienes cara de haber descansado poco.<br />
Divertida por a<strong>que</strong>lla observación, <strong>lo</strong> miro y respondo:<br />
—Tú tampoco tienes muy buen aspecto.<br />
—¿Dónde estuviste anoche, y con quién?<br />
—Pero ¿otra vez estamos con eso?<br />
—Jud...<br />
¡Dios!, ¡Dios!, me ha llamado Jud...<br />
—Vale..., contestaré a tu pregunta cuando tú me digas quién era la mujer <strong>que</strong><br />
anoche te acompañó a la fiestecita de Björn.<br />
Mi pregunta le sorprende y no contesta. Mi enfado sube de tono, e, intentando<br />
manejar la misma frialdad en la mirada <strong>que</strong> él, aclaro:<br />
—Mi avión sale a las siete y media. Por <strong>lo</strong> tanto, date prisita en <strong>lo</strong> <strong>que</strong> <strong>quieras</strong><br />
hablar conmigo, <strong>que</strong> tengo <strong>que</strong> pasar por el hotel, pillar la maleta y coger mi vue<strong>lo</strong>.<br />
Maldice. Me mira, ofuscado.<br />
—¿No me vas a contar con quién estuviste anoche?<br />
—¿Has respondido tú a mi pregunta? —No responde; só<strong>lo</strong> me mira y siseo—:<br />
Quiero <strong>que</strong> sepas <strong>que</strong> sé <strong>que</strong> me mentiste.<br />
—¿Cómo? —pregunta, desco<strong>lo</strong>cado.<br />
—Me ocultaste la separación de mi hermana y luego tuviste la poca vergüenza de<br />
enfadarte conmigo por<strong>que</strong> yo te escondía cosas de tu familia.<br />
—No es <strong>lo</strong> mismo —se defiende.<br />
Con frialdad, esa frialdad <strong>que</strong> él me ha enseñado, <strong>lo</strong> miro y siseo:<br />
—Eres un embustero, un ser frío y dep<strong>lo</strong>rable <strong>que</strong> no ve la viga en su ojo. Só<strong>lo</strong> ve la<br />
paja en el ojo ajeno. Y en respuesta a con quién he pasado la noche, só<strong>lo</strong> te diré <strong>que</strong> soy<br />
libre para pasar la noche con quien quiera, como <strong>lo</strong> eres tú. ¿Te vale mi contestación?<br />
Me mira, me mira, me mira, y finalmente, se levanta y dice:<br />
—Adiós, Judith.<br />
Se va. ¡Se marcha!<br />
Mi cara de estupefacción es tremenda. Se marcha dejándome sola en medio del<br />
Jardín Inglés.<br />
Con la adrenalina por <strong>lo</strong>s aires, observo cómo se aleja. Él nunca dará su brazo a<br />
torcer. Es demasiado orgul<strong>lo</strong>so, y yo también. Al final me levanto, cojo un taxi, voy al<br />
hotel, recojo mi maleta y me voy al aeropuerto. Cuando el avión despega, cierro <strong>lo</strong>s ojos y<br />
murmuro:<br />
—¡Maldito cabezón!