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ANTROPOLOGIA DE UN DERECHO - LIBRE DETERMINACION TERRITORIAL DE LOS PUEBLOS INDIGENAS como derecho humano<br />
Es un problema antiguo, causa y consecuencia de la fuerte rivalidad interétnica<br />
en el seno de la familia jibarocandoa. A la hora de la titulación, en 1975, el título original<br />
de la comunidad chapara de Shoroyacocha abarcaba todo ese espacio conflictivo<br />
hasta tocar el margen derecho del Río Chapuli, pero fue apelado por los Kandozi<br />
y el título chapara quedó reducido en esa parte. Intentos de los Kandozi por titularlo<br />
posteriormente han tenido una reacción en consonancia, de tal manera que los organismos<br />
estatales han optado por dejar ese espacio “reservado” hasta el momento en<br />
que los pretendientes alcancen un acuerdo. Algo que deviene muy dificultoso puesto<br />
que las posiciones, aunque bastante menos radicales cada vez, son todavía inconciliables.<br />
Se han llevado a cabo algunas decenas de encuentros oficiales, mediaciones<br />
orgánicas, talleres y propuestas y, de hecho, existe menos tensión respecto al área<br />
próxima al curso medio del río Marasho pero la pretensión chapara de llegar hasta el<br />
Chapulli es rechazada por los Kandozi. Se alegan razones de ocupación tradicional<br />
de ambas partes (y posiblemente en ambos casos responda a la realidad) pero lo<br />
cierto es que el eje principal del problema es la gran reserva de caoba y madera fina<br />
que aún persiste en ese triángulo, aunque ambas partes lo niegan. En realidad, la<br />
actual flexibilización del posicionamiento kandozi, admitiendo una posible “cesión”<br />
de la mitad colindante con el Marasho (de arriba hacia abajo, hasta el vértice de la<br />
boca de esta quebrada) está justificada por el hecho de que “allí ya no hay madera”.<br />
En efecto, mientras la disputa continúa (y ha alcanzado momentos trágicos), la madera<br />
sigue saliendo por ambos ríos, de manera que una posible solución podría llegar<br />
cuando ya no resten recursos de interés. En cualquier caso, ambos reconocen la<br />
necesidad imperiosa de terminar el conflicto, pero ambos quieren salir victoriosos.<br />
Para los Kandozi, tener a los Chaparas de orilla a orilla, en una cuenca que<br />
ellos consideran territorio consolidado de los Kandozi resulta algo menos que<br />
inconcebible. Y hoy por hoy la balanza de fuerzas les es favorable lo que les permite<br />
posiciones hegemónicas en la negociación.<br />
De salvarse este conflicto, lo que relajaría las relaciones políticas entre ambos<br />
pueblos, podría llegarse a pensar en la consolidación de un territorio unificado<br />
capaz de albergar toda la familia jibarocandoa. La cantidad de afinidades mantenidas<br />
entre ambos y el usual intercambio de parejas, dentro del más tradicional<br />
sistema de parentesco kandozi, debiera ser determinante de esa unificación pensando<br />
en las conveniencias a largo plazo, de ambos pueblos.<br />
Hoy por hoy, incluso plantear la idea es inviable.<br />
Además del problema de límites con los Kandozi existen algunos otros diferendos.<br />
Entre el año 1995 y 1997 se procedió por CORPI a delimitar los territorios<br />
históricos de los pueblos asentados en la región. El trabajo, operado fuera de<br />
cualquier constricción financiera externa, fue un extraordinario trabajo territorial<br />
que incluyó muchos acuerdos interétnicos, entre ellos la definición de las “fronteras”<br />
internas. Sólo el caso del problema entre Kandozi y Chapara en el Marasho,<br />
quedó sin resolver. Sin embargo, y como es frecuente, aquellos pactos,<br />
considerados históricos en su momento han perdido vigencia entre las nuevas