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dinamicas poblacionales y configuraciones territoriales<br />

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unos años, la generación de los padres habrá desaparecido o, si no, envejecido, la<br />

productividad de los espacios territoriales habrá menguado y el sentido social de<br />

la existencia de estos grupos locales habrá quedado obsoleta. Esto dará nacimiento<br />

progresivamente a un nuevo grupo local C, a menudo situado en un punto<br />

equidistante de los dos grupos anteriores. Este nuevo grupo estará formado por<br />

el conjunto de las dos fratrías casadas entre sí y su descendencia, que por las leyes<br />

de prohibición del incesto, que no permiten el matrimonio con primos, no podrán<br />

casarse entre si. Esta descendencia, del grupo local C, cuando lleguen a la<br />

edad adulta emprenderán a su vez otra dinámica de intercambio con un nuevo<br />

grupo local D, que con el tiempo dará lugar al grupo local E, resultado de la síntesis<br />

parental de los dos precedentes.<br />

En la práctica, esta concepción global de la alianza está constituida por la suma<br />

de varias alianzas interindividuales establecidas entre dos cuñados que han<br />

intercambiado mujeres que les “pertenecen”, normalmente, hijas, hermanas y sobrinas.<br />

Esta pertenencia se manifiesta por el derecho de los hermanos mayores a<br />

implicarlas en ciclos matrimoniales en contra, por decirlo así, de su voluntad.<br />

Por su parte, las genealogías son poco profundas tanto en verticalidad como<br />

en lateralidad - es muy poco frecuente que un Kandozi se acuerde del nombre de<br />

sus bisabuelos por ejemplo -, y los vínculos genealógicos con los primos de segundo<br />

grado suelen ser relegados. Esta “desgenealogización” - como la ha calificado<br />

Anne Christine Taylor (1998) - queda reflejada en la propia terminología de<br />

parentesco kandozi, y expresa la necesidad de una cierta amnesia genealógica,<br />

que permita a los grupos redefinir continuamente sus límites exogámicos y, con<br />

ello, la reproducción del sistema.<br />

Desde el punto de vista masculino, el intercambio de “hermanas” es generalmente<br />

simultáneo, lo que implica una cierta prescripción del cónyuge (uno se<br />

casa con la hermana del marido de la hermana) sobre todo teniendo en cuenta la<br />

dinámica global del ciclo matrimonial. Una fratría da una mujer y recibe otra y<br />

sólo entonces puede dar otra mujer. Las fratrías de base de los grupos que protagonizan<br />

el intercambio entran así en ciclos de intercambios iterativos sincopados<br />

que se prolongan en el tiempo, siempre en busca de una paridad. Cuando no se<br />

puede alcanzar la sincronía, ocurre que se cede, como en una especie de crédito,<br />

a dos o tres mujeres que serán devueltas más tarde por el grupo receptor. Se comprende<br />

que el tiempo desempeña un papel importante en la alianza kandozi,<br />

factor que obliga a las fratrías a mantener y renovar los vínculos de coordinación<br />

que promueven el buen entendimiento, con miras a no perturbar la dinámica de<br />

encadenamiento. A medida que se van tejiendo las alianzas entre los dos grupos<br />

y que la generación de descendientes creada por la asociación de dos clanes, va<br />

siendo más numerosa, se va reforzando la solidaridad entre estas dos fratrías,<br />

hasta entonces enemigas potenciales. No hay que olvidar que los hijos nacidos de<br />

esta asociación no son ya afines (zábarinish), sino consanguíneos (máachiríiti). En<br />

estas condiciones, las tensiones procedentes de la relación (siempre conflictiva)

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