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Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista - aespat

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“Caín errante”: Guión <strong>de</strong> la violencia <strong>de</strong> los adolescentes 85les, cuando no lo someten a vejacionessexuales. En esta fase, comienza la amenazacomo chantaje: “Como digas a alguienesto, te vas a enterar…” La víctimase hace cómplice <strong>de</strong> sus agresores, pormiedo a empeorar su calvario e ir <strong>de</strong> mala peor.C) Circuito <strong>de</strong>l sentimiento parásito:En el plano emocional, la Víctima, trascada experiencia, ha estado acumulandoun sentimiento <strong>de</strong> rabia por tanta agresión,junto a creencias que la <strong>de</strong>sacreditan y estigmasque le traen las atribuciones que recibe.La búsqueda <strong>de</strong>l equilibrio, que restablezcasu dignidad y reconstruya su autoestima,ha <strong>de</strong> ser necesariamente violenta,porque violento e injusto es todo el juego<strong>de</strong> po<strong>de</strong>r.Nos refrenda Cornell (2002), un adolescente<strong>de</strong> 16 años, víctima <strong>de</strong>l acoso <strong>de</strong> suscompañeros:La raíz <strong>de</strong> la rabia <strong>de</strong> quienes matan se sitúaen la forma con que los tratan sus compañeros,la mofa y la burla que vienen soportando.No matan a alguien que les haya molestadoalguna vez, matan porque, durante años,<strong>de</strong> forma constante, han sido torturados psicológicamente.Cuando uno se ve forzado avivir en una sociedad que lo rechaza, que nole permite olvidar que es diferente, la únicasolución que ronda en la cabeza es suprimir atoda esa gente, porque uno tiene una cantidadinconmensurable <strong>de</strong> rabia, que no pue<strong>de</strong>contener. Yo mismo, tal vez no tenía amigosen mi colegio anterior, porque era el únicoque tenía mis propias opiniones y las expresaba…El tipo <strong>de</strong> jóvenes que a mi me han situadoen el infierno son los jugadores <strong>de</strong> fútbol,los cristianos practicantes, los patriotas, lagente normal, esos que están <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> lanorma.Cuando llega la tragedia, nos horrorizamosporque nos arrebatan a “esos chicos tanmaravillosos”; pero, es raro que nos preguntemos:¿Por qué ha ocurrido?, ¿Por qué alguienpue<strong>de</strong> burlarse <strong>de</strong> otro?, ¿Por qué nopo<strong>de</strong>mos aceptar a los <strong>de</strong>más tal como son?(p. 93).Según este testimonio, la agresiónmortífera, absoluta, que ejecuta la antiguaVíctima, tras su metamorfosis en Perseguidor,no la ejerce sobre una personaconcreta, sino como un ritual, sobre alguienanónimo que adopta un valor simbólicoy representa a toda la sociedad. Lanueva víctima es elegida a ciegas, con in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia<strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> conducta queesa persona haya mantenido respecto aquien da la campanada final, pasa <strong>de</strong> víctimaa verdugo y oficia este rito expiatorio,para purificarse <strong>de</strong> las humillacionesinfringidas.La <strong>de</strong>spersonalización, tal vez, se produzcapor ambos lados, porque el sujetoque mata, a veces habitualmente tímido yretraído, se transforma a sí mismo, transmutándoseen lo que no es: una máquinaciega <strong>de</strong> matar, que busca un <strong>de</strong>squite,una catarsis ilimitada <strong>de</strong> su rabia, acumuladaquizás durante años. Pero la diana <strong>de</strong>su saña no tienen que ser necesariamentesu perseguidor, o los secuaces <strong>de</strong> éste,pue<strong>de</strong> ser cualquier persona, aunque seainocente, porque el adolescente sólo preten<strong>de</strong>resarcirse, <strong>de</strong>mostrar que es capaz<strong>de</strong> lo peor y que sus perseguidores estabanequivocados.Figura 2: Circuito <strong>de</strong>l sentimiento parásito.Tras la agresión <strong>de</strong>l Perseguidor, su Víctimaacumula rabia, que inhibe buscandopseudo-explicaciones y efectuando activi-<strong>Revista</strong> <strong>de</strong> Análisis <strong>Transaccional</strong> y Psicología <strong>Humanista</strong>, Nº 58, Año 2008

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