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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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Pues bien ¿qué significan para ti y para tus preg<strong>un</strong>tas esas historias sobre el Padre Jerzy y el<br />

<strong>joven</strong> Karol Wojtyla?<br />

Espero que actúen como estímulo para pensar en términos <strong>de</strong> «vocación», y no <strong>de</strong> «carrera».<br />

Una carrera es algo que tú tienes, algo que tú mismo has hecho y que, si todos esos<br />

«planificadores <strong>de</strong> carreras» tienen razón, pue<strong>de</strong>s realizar en dos, tres o incluso cuatro campos<br />

en tu vida. Pero mucho más importante es pensar en términos <strong>de</strong> «vocación», porque<br />

vocación es algo que tú mismo eres.<br />

Espero que estas dos historias te animen a encontrar y llegar a conocer a hombres y mujeres<br />

que vivan «vocacionalmente», como maridos y mujeres, profesionales y trabajadores,<br />

sacerdotes y religiosos consagrados. Llegar a ser buena persona no es cuestión <strong>de</strong> estar<br />

prof<strong>un</strong>damente convencido <strong>de</strong> ciertas verda<strong>de</strong>s morales, por importante que eso sea también<br />

es cuestión <strong>de</strong> encontrarte con gente virtuosa, <strong>de</strong> la que puedas apren<strong>de</strong>r a vivir como ellos<br />

viven. Eso mismo vale para la vocación. Pue<strong>de</strong> ser que no encuentres mucha gente cuyo drama<br />

vocacional sea tan intenso y tan público como el <strong>de</strong>l Padre Jerzy o el <strong>de</strong>l papa Juan Pablo II. En<br />

cualquier vaso, el drama está ahí para que lo <strong>de</strong>scubras, si observas con atención.<br />

Estar aquí, en Polonia, respirando el aire <strong>de</strong> estos parajes tan com<strong>un</strong>es don<strong>de</strong> han sucedido<br />

<strong>un</strong>os acontecimientos tan extraordinarios, y reflexionando sobre cómo Polonia ha muerto<br />

tantas veces y otras tantas ha resucitado, te podría ayudar a enten<strong>de</strong>r <strong>un</strong> poco mejor cómo<br />

f<strong>un</strong>ciona la historia. Según la sabiduría convencional, en el <strong>de</strong>cenio <strong>de</strong> 1980 los com<strong>un</strong>istas<br />

polacos tenían todos los tri<strong>un</strong>fos en su mano: controlaban la política, la economía, el ejército y<br />

los medios <strong>de</strong> com<strong>un</strong>icación, social. Pero la anticonformista Iglesia polaca, con hombres como<br />

el Padre Jerzy y con la inspiración <strong>de</strong> Juan Pablo II, no lo creía así. Con el Papa –que lo había<br />

aprendido en la resistencia clan<strong>de</strong>stina, como el «Teatro Rapsódico»– estaban convencidos <strong>de</strong><br />

que la cultura es lo que guía el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la historia. Un pueblo en posesión <strong>de</strong> su cultura,<br />

<strong>un</strong> pueblo que posee la verdad sobre sí mismo, tiene armas <strong>de</strong> resistencia con las que el<br />

totalitarismo no pue<strong>de</strong> competir. Gente dispuesta a vivir la verdad <strong>de</strong> su propio ser y dispuesta<br />

a vivir vocacionalmente es la fuerza más dinámica <strong>de</strong> la historia.<br />

Eso es, <strong>un</strong>a vez más, el catolicismo contracultural, por lo menos en los términos en los que <strong>un</strong>a<br />

cultura <strong>de</strong>sarrollada como la occi<strong>de</strong>ntal concibe el f<strong>un</strong>cionamiento <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do y <strong>de</strong> la historia.<br />

Hoy día es más elegante pensar la historia como producto <strong>de</strong> la economía o <strong>de</strong> la política, o<br />

<strong>un</strong>a combinación <strong>de</strong> ambas, que consi<strong>de</strong>rarla como producto <strong>de</strong> la cultura. Pero lo que sugiere<br />

este alto en nuestro camino es que la «historia» –que ciertamente incluye la política y la<br />

economía– es mucho más <strong>un</strong> producto <strong>de</strong> la amistad, <strong>de</strong>l amor, <strong>de</strong>l compromiso, <strong>de</strong> la fe y <strong>de</strong><br />

las gran<strong>de</strong>s obras <strong>de</strong> literatura, <strong>de</strong> música, <strong>de</strong> pintura y <strong>de</strong> escultura que brotan <strong>de</strong> los más<br />

prof<strong>un</strong>dos anhelos <strong>de</strong>l espíritu humano. Por eso, volviendo a <strong>un</strong>a imagen que he empleado<br />

anteriormente, la «historia» (history) es «Su historia» (His-story), la historia <strong>de</strong> Dios que actúa<br />

en el m<strong>un</strong>do, muchas veces «bajo la superficie <strong>de</strong> la historias en <strong>un</strong> drama <strong>de</strong> salvación que es<br />

la historia humana, leída en toda su prof<strong>un</strong>didad.<br />

Los <strong>católico</strong>s no pue<strong>de</strong>n pensar la historia como <strong>un</strong>a superficie llana, como puro resultado <strong>de</strong><br />

los «medios <strong>de</strong> producción» como pura política, y p<strong>un</strong>to. Los <strong>católico</strong>s tienen <strong>un</strong>a visión más<br />

comprometida <strong>de</strong>l modo en que actúan los acontecimientos. El m<strong>un</strong>do podrá consi<strong>de</strong>rar esa

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