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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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En <strong>un</strong>a palabra, concluía Juan Pablo, «la Capilla Sixtina es santuario <strong>de</strong> <strong>un</strong>a teología <strong>de</strong>l cuerpo<br />

humano». La belleza <strong>de</strong>l hombre, masculino y femenino, creado por Dios para vivir en<br />

com<strong>un</strong>ión eterna con el creador, alcanza su perfección absoluta en la belleza <strong>de</strong> Cristo<br />

resucitado, que viene en toda su gloria a juzgar a vivos y muertos. El cuerpo humano no es <strong>un</strong><br />

objeto; es <strong>un</strong>a imagen, <strong>un</strong> icono, <strong>de</strong> su Creador.<br />

Sin embargo, hay quien no entien<strong>de</strong> <strong>de</strong> qué va la cosa.<br />

El corresponsal <strong>de</strong>l New York Times que en el mes <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1994 cubría la información sobre<br />

la misa <strong>de</strong> «re-<strong>de</strong>dicación», estaba sorprendido <strong>de</strong> que Juan Pablo II, al predicar ante los<br />

<strong>de</strong>snudos <strong>de</strong> Miguel Ángel, «no pareciera mínimamente cohibido, a pesar <strong>de</strong> sus frecuentes<br />

reafirmaciones <strong>de</strong> la doctrina conservadora <strong>de</strong> la Iglesia en materia <strong>de</strong> sexo». Quizá, eso es lo<br />

que escribieron en Nueva York los editores <strong>de</strong>l periódico, prescindiendo <strong>de</strong> la nota <strong>de</strong>l<br />

periodista. De todos modos, el Times lo publicó exactamente así.<br />

El papa no alababa la obra <strong>de</strong> Miguel Ángel como «testimonio <strong>de</strong> la belleza <strong>de</strong>l hombre», a<br />

pesar <strong>de</strong> la doctrina <strong>de</strong> la Iglesia Católica sobre el sexo, sino precisamente a causa <strong>de</strong> esa<br />

doctrina. En <strong>un</strong> movimiento que lleva el tema <strong>de</strong> la revolución sexual tan lejos <strong>de</strong> cualquier<br />

mojigatería como se pueda imaginar, Juan Pablo II enseña que el amor sexual, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l<br />

vínculo <strong>de</strong> <strong>un</strong> matrimonio fiel y fec<strong>un</strong>do, es nada menos que <strong>un</strong> icono <strong>de</strong> la vida interior <strong>de</strong>l<br />

propio Dios. Y eso es así. La Iglesia Católica enseña que el sexo, como expresión <strong>de</strong> amor y<br />

<strong>de</strong>dicación matrimonial, es <strong>un</strong>a realidad sacramental en el límite entre lo ordinario y lo<br />

extraordinario. Es otra manera <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir que el sexo, correctamente entendido, ayuda a<br />

instruirnos en la realidad <strong>de</strong> Dios, mientras nos instruye en nuestra propia realidad humana.<br />

Hoy día, muchos jóvenes <strong>católico</strong>s todavía siguen fascinados por la «teología <strong>de</strong>l cuerpo» que<br />

Juan Pablo II ofreció en sus 129 audiencias generales entre los años 1979-1984. La <strong>de</strong>nsidad<br />

bíblica, filosófica, literaria y teológica <strong>de</strong> esas exhortaciones podría intimidar <strong>un</strong> poco. Te<br />

presento aquí <strong>un</strong> resumen muy concentrado <strong>de</strong> la propuesta <strong>de</strong>l Papa.<br />

Juan Pablo II empieza con el libro <strong>de</strong>l Génesis, que nos enseña que nuestros cuerpos no son<br />

simples máquinas en las que vivimos. Estamos en <strong>un</strong> cuerpo; y ese cuerpo con el que hablo,<br />

escribo, juego, amo y trabajo es <strong>un</strong>a realidad intrínseca para mí. ¿Recuerdas lo que te escribí<br />

en <strong>un</strong>a carta anterior sobre la «imaginación gnóstica» y su <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s físicas?<br />

Pues aquí tienes su correspondiente realidad católica, en su manifestación más incisiva.<br />

¿Qué significa estar formados, cuerpo y espíritu, a «imagen y semejanza» <strong>de</strong> Dios, tal como lo<br />

<strong>de</strong>scribe el Génesis? Según el papa, no es sólo nuestra capacidad <strong>de</strong> pensar y <strong>de</strong> elegir, sino<br />

también nuestra capacidad <strong>de</strong> vivir en com<strong>un</strong>ión con otros, <strong>de</strong> hacernos <strong>un</strong> don para los<br />

<strong>de</strong>más, igual que nuestra vidas son <strong>un</strong> don para nosotros. Eso significa que la «creación <strong>de</strong>l<br />

hombre» no terminó hasta la creación <strong>de</strong> Eva, porque sólo la presencia <strong>de</strong> Eva hace posible<br />

que Adán <strong>de</strong>scubra que la soledad <strong>de</strong> la condición humana se pue<strong>de</strong> superar en ese misterioso<br />

proceso por el que nos entregamos a otro ser. Así <strong>de</strong>scubrimos que nos hemos enriquecido.<br />

Las historias <strong>de</strong> creación nos dicen que el amor no es <strong>un</strong> juego que suma cero; y tampoco lo es<br />

la vida. La única manera <strong>de</strong> encontrarnos a nosotros mismos consiste en damos a los <strong>de</strong>más.<br />

Esa «ley <strong>de</strong>l don» es la huella más prof<strong>un</strong>da <strong>de</strong> la «imagen <strong>de</strong> Dios» en nosotros, porque eso es

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