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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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Los <strong>católico</strong>s tienen, o <strong>de</strong>berían tener, <strong>un</strong>a «versión» <strong>de</strong> los orígenes <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rna<br />

<strong>de</strong>mocracia occi<strong>de</strong>ntal distinta <strong>de</strong> la que se enseña hoy día en la mayor parte <strong>de</strong> las escuelas,<br />

<strong>un</strong>a «versión» que afecta igualmente a la política, a la administración <strong>de</strong> justicia y a los medios<br />

<strong>de</strong> com<strong>un</strong>icación social. Según esa explicación convencional, «<strong>de</strong>mocracia» es, en toda su<br />

extensión, <strong>un</strong> producto <strong>de</strong> la Ilustración, <strong>de</strong> Hobbes, <strong>de</strong> Locke y <strong>de</strong> la Gloriosa Revolución <strong>de</strong><br />

1688, que terminó subordinando la vol<strong>un</strong>tad regia a los dictados <strong>de</strong>l Parlamento. En ese<br />

sentido, la «<strong>de</strong>mocracia» exigía <strong>de</strong>struir siglos y siglos <strong>de</strong> oscurantismo medieval y absolutismo<br />

regio (ambos típicamente i<strong>de</strong>ntificados con la Iglesia Católica). En la actualidad, y reivindicada<br />

por ciertos dramas contemporáneos como el movimiento americano por los <strong>de</strong>rechos civiles y<br />

la revolución <strong>de</strong> 1989 en Europa Central, la <strong>de</strong>mocracia está sólidamente establecida don<strong>de</strong><br />

florecen las instituciones <strong>de</strong> <strong>un</strong> gobierno <strong>de</strong>mocrático: legislación, sistema judicial<br />

in<strong>de</strong>pendiente, ejecutivo responsable, libertad <strong>de</strong> prensa, elecciones libres y abiertas, etc. Esa<br />

es la versión convencional.<br />

Pero hay otra manera, mejor sin duda, <strong>de</strong> interpretar la historia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia.<br />

Una lectura católica <strong>de</strong> esa historia sugeriría que se pue<strong>de</strong>n encontrar <strong>un</strong>as raíces más<br />

prof<strong>un</strong>das <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia en la tan vituperada Edad Media. Es verdad que la <strong>de</strong>mocracia<br />

tuvo que suplantar el absolutismo en Europa; y también es verdad que el absolutismo fue <strong>un</strong>a<br />

aberración en la historia europea, y no <strong>un</strong>a evolución espontánea <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do medieval. La<br />

Edad Media no fue «absolutista» en ningún sentido. Al contrario. La Edad Media fue <strong>un</strong><br />

período <strong>de</strong> sano pluralismo social. Durante ella florecieron, por ejemplo, las asociaciones<br />

gremiales que hemos visto plasmadas en las vidrieras <strong>de</strong> Chartres. Esas instituciones y la Iglesia<br />

medieval, incluido el papado, fueron <strong>un</strong>a po<strong>de</strong>rosa barrera para las pretensiones absolutistas<br />

<strong>de</strong> los reyes. El absolutismo n<strong>un</strong>ca fue <strong>un</strong> elemento <strong>de</strong>l cristianismo <strong>católico</strong>; sólo asomaron<br />

ten<strong>de</strong>ncias absolutistas en el terreno político cuando el m<strong>un</strong>do cristiano se fracturó con la<br />

aparición <strong>de</strong> la Reforma.<br />

El catolicismo <strong>de</strong> la Edad Media creó y sostuvo asociaciones vol<strong>un</strong>tarias in<strong>de</strong>pendientes, como<br />

las com<strong>un</strong>ida<strong>de</strong>s religiosas, los gremios, las socieda<strong>de</strong>s fraternas y las organizaciones <strong>de</strong><br />

caridad. Para la mentalidad medieval, al revés <strong>de</strong> lo que ocurrió en la Ilustración, la sociedad se<br />

componía <strong>de</strong> algo más que individuo y Estado. Eso es lo que los disi<strong>de</strong>ntes anticom<strong>un</strong>istas que<br />

forjaron la Revolución <strong>de</strong> 1989 llamaban «sociedad civil», y que casi todos reconocen como<br />

prerrequisito para <strong>un</strong>a <strong>de</strong>mocracia estable y efectiva. El m<strong>un</strong>do <strong>católico</strong> <strong>de</strong>l Medioevo vivía<br />

como «sociedad civil», a<strong>un</strong>que sin <strong>de</strong>finirla como tal.<br />

Pero el catolicismo hizo algo más que promover las instituciones sociales y el modo <strong>de</strong> vida<br />

que hizo posible la <strong>de</strong>mocracia. La Iglesia Católica enseñó al hombre europeo <strong>un</strong>as i<strong>de</strong>as y<br />

<strong>un</strong>os valores que más tar<strong>de</strong> serían cruciales para el éxito <strong>de</strong>l proyecto <strong>de</strong>mocrático en el<br />

m<strong>un</strong>do mo<strong>de</strong>rno.<br />

¿Cuáles, por ejemplo?<br />

Cuando Abraham Lincoln en su Gettysburg Address, hizo referencia al renacimiento nacional<br />

<strong>de</strong> la libertad «bajo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dios», estaba invocando, sin querer, el principio ms f<strong>un</strong>damental<br />

que Occi<strong>de</strong>nte había aprendido <strong>de</strong>l Catolicismo: la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que la soberanía <strong>de</strong> Dios trascien<strong>de</strong><br />

toda clase <strong>de</strong> soberanía m<strong>un</strong>dana y la somete a juicio. Y es que Dios es Dios, y el César no es

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