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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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En estas cartas, Weigel nos hace viajar magistralmente por la geografía y la historia católica <strong>de</strong>l<br />

m<strong>un</strong>do entero.<br />

¿Qué nos dice el autor? Afirma que <strong>un</strong>a cultura sin raíces no solamente no crece, sino que<br />

produce sequía y <strong>de</strong>crepitud. «Jesucristo es la verda<strong>de</strong>ra medida <strong>de</strong> quiénes somos nosotros.<br />

En su rostro sagrado encontrarnos la verdad sobre nosotros mismos». De la situación actual no<br />

saldremos a<strong>de</strong>lante sin Dios y Él es el único que pue<strong>de</strong> ofrecernos el sentido vital que<br />

necesitamos. Es el Hijo <strong>de</strong> Dios, a<strong>de</strong>más, el inicio y el fin <strong>de</strong> esa cultura a la que <strong>de</strong>bemos<br />

acudir y que recorremos en estas páginas. La lectura <strong>de</strong> este libro resulta muy gratificante a<br />

medida que repasamos el ingente tesoro cultural que acumula la historia <strong>de</strong> la Iglesia y que es<br />

patrimonio <strong>de</strong> la humanidad. Por supuesto que nuestra relación con Dios <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la gracia<br />

que Él gratuitamente nos da y <strong>de</strong> cómo correspon<strong>de</strong>mos nosotros; pero ello no nos exime <strong>de</strong><br />

conocer lo mejor posible las obras y las vidas <strong>de</strong> quienes se han entregado al Señor.<br />

Haciéndolo, <strong>de</strong>scubrimos en nuestras raíces el testimonio <strong>de</strong> tantos hombres y mujeres que<br />

han seguido a Jesucristo en su Iglesia y <strong>un</strong> inmenso tesoro artístico que nos muestra cómo los<br />

cristianos han dado gloria a Dios y han contribuido <strong>de</strong>cisivamente al progreso humano y a la<br />

historia <strong>de</strong> la humanidad.<br />

Hace veinte años, el que sería Benedicto XVI <strong>de</strong>cía que «la única apología verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l<br />

cristianismo pue<strong>de</strong> reducir-se a dos argumentos: los santos que la Iglesia ha elevado a los<br />

altares y el arte que ha surgido en su seno. El Señor se hace creíble por la gran<strong>de</strong>za sublime <strong>de</strong><br />

la santidad y por la magnificencia <strong>de</strong>l arte <strong>de</strong>splegadas en el interior <strong>de</strong> la com<strong>un</strong>idad creyente,<br />

más que por los astutos subterfugios que la apologética ha elaborado»[3]. Los testimonios <strong>de</strong><br />

los santos, el arte y el pensamiento que han acompañado a la Iglesia son <strong>un</strong>a inspiración i<strong>de</strong>al<br />

para <strong>de</strong>senvolvemos en el m<strong>un</strong>do <strong>de</strong> hoy e ir tejiendo, poco a poco y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro, <strong>un</strong>a<br />

cultura, <strong>un</strong> pensamiento, <strong>un</strong> modo <strong>de</strong> ser y <strong>de</strong> vivir, en <strong>de</strong>finitiva, que nos acerque a Dios y<br />

haga más humano nuestro m<strong>un</strong>do. Este planteamiento hace que el catolicismo sea<br />

contracultural, puesto que hoy, ser consecuente con la fe y con la naturaleza <strong>de</strong> las cosas se<br />

opone a los «dictados <strong>de</strong> lo políticamente correcto», pero es el único modo <strong>de</strong> resolver los<br />

problemas <strong>de</strong> la humanidad. Ese es el gran servido <strong>de</strong> los cristianos y es <strong>de</strong> gran importancia<br />

que los jóvenes lo <strong>de</strong>scubran.<br />

El recorrido por el espacio y el tiempo cristiano que Weigel hace en este libro está animado<br />

por <strong>un</strong>a prof<strong>un</strong>da reflexión filosófica. En estas cartas contemplamos la verdad a través <strong>de</strong> las<br />

reflexiones <strong>de</strong> Chesterton, Newman, Waugh, O’Connor, el papa Juan Pablo II, el Magisterio <strong>de</strong><br />

la Iglesia, etc.; también po<strong>de</strong>mos recrearnos en el bien a través <strong>de</strong> los heroicos testimonios <strong>de</strong><br />

fe y buenas obras <strong>de</strong> multitud <strong>de</strong> cristianos que lo dieron todo por Cristo. Y, <strong>de</strong> <strong>un</strong> modo<br />

inusualmente <strong>de</strong>stacado, a lo largo <strong>de</strong> estas cartas po<strong>de</strong>mos también consi<strong>de</strong>rar la belleza <strong>de</strong><br />

las obras <strong>de</strong> arte que ha gestado a través <strong>de</strong> los siglos la concepción cristiana <strong>de</strong> la vida. Y no se<br />

queda el autor en las formas, sino que hace que éstas nos expresen el fondo por el que fueron<br />

inspiradas. No es cosa menor para Weigel la importancia <strong>de</strong> la belleza y <strong>de</strong> lo bello en el seno<br />

<strong>de</strong>l catolicismo y en la vida humana en general. Por eso lamenta prof<strong>un</strong>damente que «buena<br />

parte <strong>de</strong>l catolicismo mo<strong>de</strong>rno esté instalado en la fealdad: construcciones feas, mobiliario<br />

convencional, <strong>de</strong>coración <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte, vestiduras anticuadas, música ratonera...»[4].

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