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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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Chartres nos enseña, a<strong>de</strong>más, la importancia <strong>de</strong> la belleza y <strong>de</strong> lo bello para la fe católica. Lo<br />

más triste es que buena parte <strong>de</strong>l catolicismo mo<strong>de</strong>rno está instalado en la fealdad:<br />

construcciones feas, mobiliario convencional, <strong>de</strong>coración <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>nte, vestiduras anticuadas,<br />

música ratonera. Seguro que hay excepciones. Pero por lo general, al menos en Estados<br />

Unidos, la ten<strong>de</strong>ncia católica no es, por <strong>de</strong>cirlo suavemente, hacia lo bello. Y eso no es <strong>un</strong><br />

simple problema estético. Es, más bien, <strong>un</strong> serio problema religioso y teológico.<br />

¿Por qué? Sencillamente, porque la belleza nos ayuda a prepararnos para sentimos<br />

confortables en el cielo, viviendo eternamente en la presencia <strong>de</strong> Dios. La belleza <strong>de</strong> las cosas,<br />

la belleza <strong>de</strong> la música, nos saca <strong>de</strong> nuestra monotonía y nos impulsa a encontrarnos con la<br />

verdad que nos supera, pero que es accesible a nuestros sentidos. En estas cartas he hablado<br />

mucho sobre el don <strong>de</strong> nosotros mismos (no sobre la afirmación <strong>de</strong>l propio yo) como camino<br />

regio hacia la felicidad humana y hacia el crecimiento espiritual. Pues bien, no hay mayor<br />

obstáculos para la donación <strong>de</strong> sí mismo que la absorción en el propio yo. Y la belleza, que <strong>de</strong><br />

por sí nos saca <strong>de</strong> nosotros mismos, es el mejor antídoto contra esa absorción. La belleza <strong>de</strong><br />

Beatriz logró que Dante saliera <strong>de</strong> sí mismo y se embarcara en su viaje al Paraíso, hacia <strong>un</strong><br />

encuentro con la belleza, que es el núcleo mismo <strong>de</strong>l amor. Pues esa misma experiencia nos es<br />

accesible en nuestro encuentro con lo bello.<br />

Gozar <strong>de</strong> la belleza es otra anticipación <strong>de</strong> la vida en el Reino, otro modo <strong>de</strong> prepararnos para<br />

entrar en él. ¿Cómo podremos llegar a ser <strong>un</strong>a clase <strong>de</strong> gente que se sienta feliz por toda la<br />

eternidad, sobre todo si somos congénitamente <strong>un</strong>os cascarrabias? La belleza, que nos<br />

proporciona aquí y ahora <strong>un</strong>a experiencia <strong>de</strong>l gozo más puro, nos sirve <strong>de</strong> preparación para<br />

<strong>un</strong>a vida con y en Dios. Así actúa la belleza inexhaurible, es <strong>de</strong>cir, el hecho <strong>de</strong> que n<strong>un</strong>ca nos<br />

cansemos <strong>de</strong> contemplar la belleza <strong>de</strong> <strong>un</strong>a pintura, <strong>de</strong> <strong>un</strong>a escultura, <strong>de</strong> <strong>un</strong> edificio, <strong>de</strong> <strong>un</strong><br />

poema, <strong>de</strong> <strong>un</strong>a pieza musical. En mi última carta te hablaba <strong>de</strong> la amistad y <strong>de</strong>l anhelo <strong>de</strong><br />

comprensión como realida<strong>de</strong>s humanas que po<strong>de</strong>mos concebir como <strong>un</strong> proceso <strong>de</strong><br />

«crecimiento» hasta el infinito. Pues eso mismo se aplica al carácter inexhaurible <strong>de</strong> la belleza,<br />

que es otra <strong>de</strong> las razones por las que la belleza prepara, e incluso anticipa, la vida en el Reino,<br />

la vida eterna con Dios. Como <strong>un</strong> día escribió Hans Urs von Bahhasar, cuanto más conocemos,<br />

amamos y disfrutamos <strong>un</strong>a gran obra <strong>de</strong> arte, más reconocemos nuestra incapacidad para<br />

«enten<strong>de</strong>r» <strong>de</strong> veras el genio que la inspiró. Por eso, siempre nos quedamos cortos ante <strong>un</strong>a<br />

gran obra <strong>de</strong> arte. Así es como nos prepararnos para «contemplar a Dios en la visión beatífica,<br />

cuando lleguemos a enten<strong>de</strong>r que Dios es semper maior, es <strong>de</strong>cir, más y más gran<strong>de</strong>».<br />

De ese modo, la belleza nos ayuda a prof<strong>un</strong>dizar en la comprensión <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>stino<br />

humano y espiritual, que es <strong>un</strong>a vida eterna en la luz y en el amor <strong>de</strong> la Trinidad. Pero la<br />

belleza posee otra vinculación con la fe, que quisiera mencionar brevemente.<br />

La belleza es <strong>un</strong>a realidad que hasta los mo<strong>de</strong>rnos más escépticos son capaces <strong>de</strong> conocer.<br />

Hans Urs von Balthasar escribió <strong>un</strong>a vez que la gente que alberga dudas sobre lo que pue<strong>de</strong><br />

afirmar que es bueno o verda<strong>de</strong>ro no pue<strong>de</strong> ser igualmente escéptica sobre el significado <strong>de</strong> la<br />

belleza, <strong>un</strong>a vez que la ha experimentado. La gente sabe que sabe lo que es bello. De ese<br />

modo, la belleza es <strong>un</strong> camino para que nuestros amigos o colegas que son presa <strong>de</strong> la duda<br />

puedan ser introducidos en el misterio que en ocasiones ponen en duda: el misterio <strong>de</strong> que la<br />

verdad existe y po<strong>de</strong>mos conocerla. Una vez cruzado el puente <strong>de</strong>l escepticismo radical, los

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