Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias
Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias
Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
hermana <strong>de</strong> <strong>un</strong> chico muy patán, compañero <strong>de</strong> clase en Oxford. Después <strong>de</strong>l matrimonio <strong>de</strong><br />
su enfermizo hijo mayor, Bri<strong>de</strong>y, con <strong>un</strong>a viuda poco atractiva, Lord Marchmain <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar<br />
Bri<strong>de</strong>shead a Julia, calculando el valor <strong>de</strong> sus propieda<strong>de</strong>s y <strong>de</strong>sheredando efectivamente al<br />
hijo que más se parecía a la esposa que había abandonado.<br />
Y cuando las garras <strong>de</strong> la muerte se van cerrando en torno al cuello <strong>de</strong> Lord Marchmain, se<br />
produce <strong>un</strong>a violenta discusión entre Julia y Charles. Bri<strong>de</strong>y <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> llamar a <strong>un</strong> sacerdote local<br />
para que asista a su padre morib<strong>un</strong>do, pero Charles se opone obstinadamente a que se ceda a<br />
<strong>un</strong>a medida que él y el propio Lord Marchmain (piensa él) consi<strong>de</strong>raban como supersticiosa.<br />
Por su parte, Julia, en lucha con su propia conciencia y con la incomprensión <strong>de</strong> su amante,<br />
acce<strong>de</strong> a esa visita cuando se da cuenta <strong>de</strong> que Lord Marchmain ha entrado en coma. Al pie <strong>de</strong><br />
la cama <strong>de</strong> su padre, Charles está <strong>de</strong>shecho:<br />
Entonces, yo también me arrodillé y me puse a rezar: «Oh Dios, si es que existes,<br />
perdónale sus pecados, si existe <strong>un</strong>a cosa así...». De repente, sentí el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> <strong>un</strong>a<br />
señal, a<strong>un</strong>que sólo fuera por cortesía y por la mujer que yo amaba y que estaba <strong>de</strong><br />
rodillas frente a mí pidiendo, estaba seguro, que se produjera <strong>un</strong>a señal. Daba la<br />
impresión <strong>de</strong> que lo que pedíamos era <strong>un</strong>a cosa tan insignificante como el mero<br />
reconocimiento <strong>de</strong> la situación, <strong>un</strong> gesto para la gente...<br />
Entre tanto, el sacerdote sacó <strong>de</strong> su bolsillo <strong>un</strong>a cajita <strong>de</strong> plata y pron<strong>un</strong>ció <strong>un</strong>as<br />
palabras en latín mientras tocaba al morib<strong>un</strong>do con <strong>un</strong> algodón <strong>un</strong>tado en aceite. Al<br />
terminar lo que tenía que hacer, <strong>de</strong>jó a <strong>un</strong> lado la cajita y terminó dándole <strong>un</strong>a<br />
bendición. De repente, Lord Marchmain se llevó la mano a la frente. Yo pensaba que<br />
había notado la huella <strong>de</strong>l crisma y pretendía limpiársela. Entonces, me puse a rezar:<br />
«Dios mío, no <strong>de</strong>jes que haga eso». Pero no bahía nada que temer. La mano se movió<br />
lentamente hasta su pecho, luego hacia su hombro, y Lord Marchmain hizo la señal <strong>de</strong><br />
la cruz. Entonces me di cuenta <strong>de</strong> que la señal que yo había pedido no era algo trivial,<br />
no <strong>un</strong> mero gesto <strong>de</strong> reconocimiento. Y recordé <strong>un</strong>a frase <strong>de</strong> mi infancia sobre el velo<br />
<strong>de</strong>l templo que se rasgó <strong>de</strong> arriba abajo.<br />
Ese mismo día, <strong>un</strong> poco más tar<strong>de</strong>, Charles y Julia se encuentran los dos solos y se confiesan lo<br />
que sienten sus corazones, <strong>un</strong>o por otro, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace algún tiempo. A la muerte <strong>de</strong> Lord<br />
Marchmain se confirma algo terrible y espantoso. En palabras <strong>de</strong> Julia: «No puedo cerrarme a<br />
la misericordia [<strong>de</strong> Dios]... El disparate que estuve a p<strong>un</strong>to <strong>de</strong> cometer, porque no soy<br />
suficientemente mala como para cometerlo, [es] admitir <strong>un</strong> bien que rivalice con Dios. Ahora,<br />
los dos vamos a estar solos; y yo no voy a encontrar la manera <strong>de</strong> hacértelo enten<strong>de</strong>r». A lo<br />
que Charles replica: «Tampoco yo quiero hacértelo más fácil... Creo que tu corazón pue<strong>de</strong><br />
estallar; pero lo entiendo». Y se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>n.<br />
Años más tar<strong>de</strong>, Ry<strong>de</strong>r, ahora con el grado <strong>de</strong> capitán, regresa a <strong>un</strong> Bri<strong>de</strong>shead <strong>de</strong>comisado<br />
por el ejército como base <strong>de</strong> entrenamiento durante la Seg<strong>un</strong>da Guerra M<strong>un</strong>dial. Se ha<br />
convertido al catolicismo bajo la impresión <strong>de</strong>l significado que para su propia vida y la vida <strong>de</strong><br />
los para él tan queridos Flytes tuvo «aquella pequeña llama roja» <strong>de</strong> la capilla, que entonces<br />
había <strong>de</strong>spreciado como antiestética. Y cuando ese hombre, tantas veces triste, abandona la<br />
capilla, su subalterno comenta: «Hoy parece Vd. inusualmente contento».