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Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias

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los años 1970, el que resucitó el recuerdo <strong>de</strong> Frank Parater. Posteriormente, el Padre J. Scott<br />

Duarte, fascinado por el caso durante sus estudios, mantuvo viva la memoria <strong>de</strong> Frank y,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> paciente investigación, logró que en el mes <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 2002, la diócesis <strong>de</strong><br />

Richmond abriera oficialmente la causa <strong>de</strong> beatificación <strong>de</strong>l Siervo <strong>de</strong> Dios Frank Parater,<br />

seminarista. Actualmente, miles <strong>de</strong> <strong>católico</strong>s <strong>de</strong> todo el país colaboran en esa causa pidiendo la<br />

intercesión <strong>de</strong> Frank en sus momentos difíciles y rogando a Dios que ratifique con <strong>un</strong> milagro<br />

la beatificación <strong>de</strong> su siervo.<br />

La historia <strong>de</strong> Frank Parater no es la <strong>de</strong> todos y cada <strong>un</strong>o <strong>de</strong> nosotros. Murió muy <strong>joven</strong>; murió<br />

heroicamente lejos <strong>de</strong> su patria; y en cierto sentido, no sólo aceptó su muerte prematura, sino<br />

que la saludó como el mejor regalo que podía hacer <strong>de</strong> su vida. Sin duda, la mayoría <strong>de</strong><br />

nosotros no moriremos <strong>de</strong> esa manera. Pero la historia <strong>de</strong> Frank, en su singularidad, es <strong>un</strong>a<br />

fuerza extraordinaria, sobre todo para <strong>un</strong>a generación que muchas veces encuentra muy difícil<br />

el compromiso personal. De todos modos, estamos aquí, en el Campo Verano, j<strong>un</strong>to a la<br />

tumba <strong>de</strong> Frank Parater, que es <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los mejores lugares para plantearnos dos preg<strong>un</strong>tas<br />

que este <strong>joven</strong> hijo <strong>de</strong> Virginia respondió <strong>de</strong> manera satisfactoria al morir sólo ocho meses<br />

antes <strong>de</strong> cumplir veintitrés años: ¿Tiene sentido el sufrimiento? ¿Es la muerte el absurdo más<br />

<strong>de</strong>finitivo?<br />

En época tan cercana como mediados <strong>de</strong>l siglo XX se asumía que estas preg<strong>un</strong>tas son dos <strong>de</strong><br />

las eternas cuestiones sobre la condición humana. Pero ya no es así. Los continuos avances en<br />

medicina y la promesa <strong>de</strong> <strong>un</strong> creciente progreso mediante la aplicación <strong>de</strong> nuestros<br />

conocimientos genéticos para curar la enfermedad han llevado a alg<strong>un</strong>os médicos, a ciertos<br />

genetistas y a muchos investigadores a hablar abiertamente sobre el proyecto <strong>de</strong><br />

inmortalidad, que no consiste en acabar con el sufrimiento, sino en hacer al hombre<br />

prácticamente inmortal aquí en la tierra.<br />

Todas esas elucubraciones llevaron, hace pocos años, a mi amigo el car<strong>de</strong>nal Francis George,<br />

<strong>de</strong> Chicago, a hacer <strong>un</strong>a observación bastante sombría: «¿Te das cuenta <strong>de</strong> que vamos a tener<br />

que <strong>de</strong>dicar el resto <strong>de</strong> nuestras vicias a tratar <strong>de</strong> convencer a la gente <strong>de</strong> que el sufrimiento y<br />

la muerte son realida<strong>de</strong>s buenas para nosotros?» Es difícil imaginar algo que afecte con mayor<br />

prof<strong>un</strong>didad a lo más granado <strong>de</strong> la cultura americana contemporánea, tan absorbida como<br />

está por el principio <strong>de</strong>l placer a toda costa. Sin embargo, eso es lo que van a tener que hacer<br />

los <strong>católico</strong>s. Y el primer paso para convencer a los <strong>de</strong>más es convencerse a <strong>un</strong>o mismo.<br />

Empecemos por el sufrimiento.<br />

La primera observación es que el sufrimiento sólo afecta al ser humano. Los perros, los gatos,<br />

las vacas, las ovejas sienten dolor; pero sólo el ser humano «sufre». Y eso es así porque el<br />

sufrimiento no es simplemente <strong>un</strong>a realidad física, sino también mental y espiritual. De por sí,<br />

el sufrimiento físico pue<strong>de</strong> producir <strong>un</strong> <strong>de</strong>sasosiego espiritual. Pero el caso es que nosotros<br />

po<strong>de</strong>mos sufrir moral y espiritualmente sin experimentar ningún dolor físico, y con frecuencia<br />

las formas <strong>de</strong> sufrimiento menos tangibles son las peores, las más dolorosas. Si alg<strong>un</strong>a vez te<br />

has roto <strong>un</strong> brazo o <strong>un</strong>a pierna, habrás experimentado <strong>un</strong> tipo <strong>de</strong> dolor; pero si te ha<br />

traicionado <strong>un</strong> amigo, habrás experimentado otra clase <strong>de</strong> sufrimiento, quizá más doloroso. El<br />

rechazo <strong>de</strong> <strong>un</strong> amor, la frustración <strong>de</strong> ciertos planes, la incomprensión <strong>de</strong> tu familia, la

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