Libro electrónico: Cartas a un joven católico - Diócesis de Canarias
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sombra <strong>de</strong> mezquindad: «No quiero ponértelo <strong>de</strong>masiado fácil. Espero que tu corazón pueda<br />
romperse. Pero lo entiendo muy bien».<br />
¿Por qué es tan difícil crecer en el amor? Es probable que <strong>un</strong> contemporáneo <strong>de</strong> Waugh, el<br />
famoso apologista inglés C. S. Lewis, hubiera intuido la respuesta al observar que para la<br />
inmensa mayoría <strong>de</strong> nosotros, en nuestra situación actual los gozos <strong>de</strong>l cielo puedan ser «gozo<br />
ya adquirido». Dante tuvo la misma i<strong>de</strong>a; tuvo que acostumbrarse al cielo en su viaje a través<br />
<strong>de</strong>l Paraíso; tuvo que apren<strong>de</strong>r a ver las cosas como realmente son. Por eso, la vida no pue<strong>de</strong><br />
vivirse «<strong>de</strong> seg<strong>un</strong>da mano», como Julia, en medio <strong>de</strong> su enfado, le dice a Charles. Los cristianos<br />
tenernos que apren<strong>de</strong>r a vivir con realismo, con la verdad sobre la verdad y la verdad sobre el<br />
amor, si queremos llevar a su plenitud nuestro <strong>de</strong>stino humano y espiritual y vivir felices para<br />
siempre j<strong>un</strong>to a Dios, el Dios que es la Verdad absoluta y el Amor consumado. Pero a eso habrá<br />
que acostumbrarse. Y es que en eso consiste la vida espiritual, en subir la escala <strong>de</strong>l amor, con<br />
ayuda <strong>de</strong> la gracia, hasta el último peldaño, hasta la cumbre, don<strong>de</strong> podremos ser felices<br />
viviendo eternamente con el que es «el Amor». Allí. al final <strong>de</strong> la escala, encontraremos el<br />
Amor, capaz <strong>de</strong> satisfacer las ansias <strong>de</strong> amor en su plenitud absoluta.<br />
Por todo el Metro <strong>de</strong> Londres, en las pare<strong>de</strong>s y en los an<strong>de</strong>nes, los viajeros se encuentran con<br />
la advertencia: «Atención al hueco». Los diseñadores <strong>de</strong>l magnífico sistema «Metropolitano <strong>de</strong><br />
Londres» <strong>de</strong>cidieron advertir a los viajeros <strong>de</strong>l peligro <strong>de</strong> meter el pie entre la puerta <strong>de</strong>l vagón<br />
y el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l andén, al bajarse en <strong>de</strong>terminadas estaciones en curva. Esa advertencia es <strong>un</strong>a<br />
metáfora <strong>de</strong>l progreso en las virtu<strong>de</strong>s f<strong>un</strong>damentales <strong>de</strong>l cristianismo: fe, esperanza, amor.<br />
Todos vivimos en <strong>un</strong>a especie <strong>de</strong> «hueco» entre la persona que somos y la que <strong>de</strong>beríamos<br />
ser. Esa es la estructura dramática <strong>de</strong> a vida espiritual y <strong>de</strong> la vida moral. Vivir en la gracia <strong>de</strong><br />
Dios y <strong>de</strong>jar que esa gracia actúe en nuestra vida cierra ese «hueco», es <strong>de</strong>cir, nos permite<br />
viajar por nuestra existencia con la libertad y seguridad <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> Dios y ciudadanos <strong>de</strong> <strong>un</strong><br />
cielo que es placer sobrenatural y no puro gusto adquirido.<br />
La gente ha aprendido, entre otras cosas, que pecado y perdón son trama y urdimbre <strong>de</strong> la<br />
vida cristiana. Si Julia explota ante el rudo comentario <strong>de</strong> Bri<strong>de</strong>y sobre su «vida en pecado», es<br />
porque sabe que tiene razón. Para que Julia progrese en el amor, tiene que aceptar que ahora<br />
vive como no <strong>de</strong>bería, y que el único remedio es <strong>de</strong>tenerse, confesar, pedir perdón y<br />
reconciliarse. No basta <strong>de</strong>cir «me hago responsable», que es el pretexto trillado para no cargar<br />
con la verda<strong>de</strong>ra responsabilidad en nuestro entorno social. Tenemos que aceptar las<br />
consecuencias que <strong>de</strong>rivan <strong>de</strong> <strong>un</strong>a actitud responsable, para que eso signifique <strong>un</strong> nuevo<br />
empujón para subir otro peldaño en la escala <strong>de</strong>l amor. En <strong>un</strong>a sociedad que no se siente<br />
segura cuando dice «eso está bien», o «eso está mal», lo que la gente irresponsable suele <strong>de</strong>cir<br />
para <strong>de</strong>sviar la atención <strong>de</strong> la propia irresponsabilidad es: «Yo me hago responsable». Pero eso<br />
no es más que cambiar <strong>de</strong> tema, para seguir haciendo lo mismo. Ese no es el modo en que el<br />
cristiano <strong>de</strong>be subir la escala <strong>de</strong>l amor: ese no es el modo <strong>de</strong> llegar a ser amantes que pue<strong>de</strong>n<br />
vivir con el Amor por toda la eternidad. Así no es como nuestras diferentes comedias –y<br />
tragedias– humanas se integran en la «divina comedia»; ese no es «el amor que mueve el sol y<br />
las <strong>de</strong>más estrellas», el precioso colofón con el que Dante pone fin al más bello poema jamás<br />
escrito.